martes, 28 de septiembre de 2010

El cascarón: AMLODIO



Salvador Guerrero Chiprés

September 28, 2010

Nunca antes Andrés Manuel López Obrador había sido tan simpático al PRI.

Eso lo corrobora el dirigente mexiquense del partido tricolor, Ricardo Aguilar: “López Obrador tiene congruencia, él dijo que no estaba de acuerdo con las alianzas, que cómo era posible que el PRD estuviera apoyando al PAN, que fue el que les robó, de acuerdo a su opinión, la Presidencia de la República” (Suplemento Estado de Reforma, 25/sep/10, p.10).

AMLO para los priístas es “congruente” siempre y cuando las acciones de quien fuera en 2006 el más aventajado de los candidatos, se conviertan, materialmente, en el debilitamiento de la oposición a Peña Nieto.

Incluso el columnista con mayor credibilidad en el país, Miguel Angel Granados Chapa, simpatizante en lo general de AMLO, manifestó este fin de semana que el excandidato presidencial, “al cerrarle las puertas a las alianzas con el PAN, está votando por el PRI”.

AMLOVE, evento en apoyo del tabasqueño frente a Bellas Artes y acrónimo amable, representa, paradójicamente, la alta disciordancia entre la práctica del ex jefe de gobierno que estuvo a punto de ganar la Presidencia del país y su retórica a favor de la unidad popular. AMLOVE se ha convertido en AMLODIO.

Momento. ¿Qué tal si tiene razón? ¿Qué tal si él y sólo él, por alguna razón inaccesible e irrevelada a otros mortales es efectivamente el factotum de la política y de la historia nacional? Ni modo. Como posibilidad existe. Como probabilidad, no.

El tabasqueño ha manifestado odio por los priistas, cantera de donde provino; contra todos los integrantes de la dirección nacional del PRD que no concuerdan con él, especialmente Nueva Izquierda, porque le resultaron respondones a los apetitos absolutistas de su discurso; contra el Presidente Calderón, a quien acusa de su propia incapacidad de no haber mostrado actas que acreditaran su victoria en 2006; contra los medios de difusión, que le son críticos justa o injustamente, y hasta contra los estudiantes que lo cuestionan cuando califican su programa de gobierno como “una retahíla del priismo de los años 70”.

En contraste con la simpatía que pudo logar con su “amor desaforado”, hoy, hoy, hoy, AMLO está profundamente resentido contra todos aquellos que, como ocurre con el 86 por ciento de todos los electores, no sufragarán por él en el 2012. Si se mantienen las encuestas como ahora, éstas le devuelven una imagen distinta a la que lo alimenta proveniente de quienes lo reverencian.

Aún cuando pudiera ganar la candidatura presidencial del PRD, AMLO estará lejos de ocupar Los Pinos. De lograr esa candidatura exiliaría en la marginación política a todos sus adversarios internos que suman el 60 por ciento de la estructura perredista y se convertiría en la némesis a vencer de todos aquellos a quienes ha denostado después de abrazarlos. Entre ellos, los dueños de Televisa, los empresarios con quienes coqueteó, los líderes de la iglesia a quienes benefició, los gobernadores a quienes, con alianzas incluso de segmentos de Acción Nacional, contribuyó a llevar al poder; los dirigentes sindicales, como Martín Esparza, que ahora se deja ver con los priistas muy a pesar de AMLO.

Para él todos son, al menos, “unos traidores”, incluida, sorprendentemente, Dolores Padierna, de quien desconfía pero en público mantiene maniobrante cercanía porque es esposa del principal articulador que ha generado el perredismo capitalino, René Bejarano.

De nuevo. Probablemente AMLO no está tan equivocado al ganar de facto la simpatía priista proveniente de dinamitar constantemente la probabilidad de la alianza contra Peña Nieto. Ve algo que nosotros, ciegos a toda realidad-real no percibimos. Tal vez su luz nos ciega. Tal vez es un moderno José María Morelos y sólo él entiende los sentimientos de la nación.

También, debemos reconocer que el paso de AMLO por la política nacional ha contribuido a equilibrar los excesos de la inequidad social y a moderar las políticas públicas al hacerlas, por la necesidad de sus adversarios de quitarle banderas, más amables para la población más desprotegida, al menos del centro del país. Sin embargo, ahora tenemos que decir claramente que si el PRI ve “congruencia” en AMLO y además lo aplaude, algo conveniente para el priismo está ocurriendo.

El político tabasqueño, en su periplo por el Estado de México, al mismo tiempo que trata de exhibir como de negativa significación una macrofotografía de Enrique Peña Nieto con Carlos Salinas de Gortari, busca inconcientemente: agregarse a la cargada de Peña Nieto ayudándole en el agudizamiento de la fractura de la izquierda que, coaligada o no, lo enfrentará; demostrar su resentimiento y arruinarle los planes a la dirigencia nacional del PRD, la cual es hasta ahora incapaz de recuperar y, dado esta inhabilidad, quiere ocasionar el fracaso de toda la izquierda ante un priismo que ha alcanzado un grado aparente de unidad que le permiten acercarse a al Presidencia de la República, o mantener su página en la historia de México como un político que fue congruente en la presunta victoria del 2006, en el tramo de movilización social que ha conseguido extender hasta el día de hoy y en la confrontación cuasi solitaria de la hidra de mil cabezas que en su propia testa le habita y le consume.

En real politik, AMLO sería “congruente” hasta completar la presunta ignominia que él cree debilitar: el regreso del PRI a la presidencia de la república.

Salvador Guerrero Chiprés es Comisionado Ciudadano del InfoDF.

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