La emoción oscila entre los extremos: las ganas de festejar los doscientos años del grito de independencia y el miedo a que alguna tragedia –un acto terrorista—acontezca y nos alcance durante las conmemoraciones.
No es un sentimiento que ronda tan sólo en las calles, también lo reflejan las autoridades: al tiempo que invitan a las celebraciones en el paseo de la Reforma y el gran zócalo capitalino, empujan a seguir los distintos actos –y así están diseñando expreso cada evento—por la televisión.
El país mismo se ha dividido entre los que ofrecerán a sus ciudadanos fiestas al aire libre –bien resguardadas, por supuesto– y los que cancelarán o se encerrarán y enviarán a las casas de sus gobernados, a través de imágenes televisadas, la conmemoración en privado del bicentenario de nuestra independencia.
Medidas de seguridad extremas se toman en el país entero: acuartelamiento de uniformados, vigilancia especial de todas las policías y fuerzas armadas, cámaras en los principales perímetros de las conmemoraciones, cierres de calles, retenes móviles, revisiones exhaustivas para quienes ingresen a las llamadas “zonas cero”.
Pero a pesar de todo ello, los preparativos siguen para los grandes días –el 15 y el 16 de septiembre, especialmente—y, al menos en la capital, la ciudad se engalana y hasta se pone sus moños tricolores.
La plaza de la Constitución luce ya sus adornos independentistas, el adoquín de la calle de Madero ya fue cambiado por completo, el paseo de la Reforma deja ver los últimos trabajos de altos templetes en sus esquinas –supongo que serán para las televisoras–, las glorietas de Pemex y la de Los Hongos terminaron de ser restauradas por el gobierno del Distrito Federal y lucen esplendorosas, al igual que el Ángel de la Independencia.
Han llegado desde Francia las enormes marionetas de la compañía de teatro Royal de Luxe –creadas por Jean-Luc Courcoult—que habrán de desfilar el jueves, recordándonos nuestro pasado y a nuestro héroes; y están por arribar los presidentes de Colombia, Guatemala, Honduras, El Salvador y Panamá, así como “personalidades” de otras 45 naciones, según ha informado la cancillería, además del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, y los titulares de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) y la Comunidad de Naciones del Caribe (CARICOM).
La indígena guatemalteca Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz, habrá de recibir la condecoración de la Orden Mexicana del Águila Azteca, al igual que el escritor francés Jean-Marie Gustave Le Clézio, Premio Nobel de Literatura 2008, y el filántropo estadounidense Willian F. Austin.
Todos ellos visitarán el Palacio Nacional, donde recorrerán una exposición alusiva, harán una visita guiada al Museo Nacional de Antropología e Historia, almorzarán con la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, y serán agasajados por el presidente Felipe Calderón con una cena en el Castillo de Chapultepec, seguida de un espectáculo de música y danza, según informa el comunicado de la Secretaría de Relaciones.
Son los preámbulos del “magno festejo”, mientras las lluvias azotan y no dan tregua al sureste mexicano – Tabasco anunció la cancelación del desfile militar del día 16 por el desbordamiento del Grijalba y el Carrizal; Talcotalpan, en Veracruz, intenta ser recuperada de su grave inundación para el 15, pero aún no se sabe si lo logrará–; y en otras zonas del país la inseguridad marca la pauta:
En Morelia, Michoacán –que vivió ya un atentado hace dos años en pleno “grito” del 15 de septiembre—se ha cancelado por segundo año consecutivo la verbena popular; en Chihuahua, se ha anunciado la suspensión de las ceremonias en cinco de sus municipios –incluida Ciudad Juárez—dado que no hay condiciones de seguridad; en Tamaulipas, diez municipios anunciaron también la cancelación de sus desfiles; en San Luis Potosí, cuatro alcaldías decidieron no dar el “grito”; en Monterrey, Nuevo León, se ha adelantado el horario de los festejos para “evitar actividad a altas horas de la madrugada… Y, bueno, operativos especiales de seguridad por todas partes.
A pesar de todo ello, la ciudad capital se engalana y se pone sus moños para las fiestas patrias.
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