Para Washington, Felipe Calderón habrá ganado la guerra cuando los grandes cárteles hayan sido decapitados y fragmentados, la violencia esté siendo controlada y el narcopoder haya dejado de representar una amenaza al Estado, al margen de que la oferta al mercado de adictos más grande del mundo siga igual o peor (destruir el redituable negocio de la droga, mediante la eliminación de la demanda en EU, no está contemplado en la definición de éxito).
Ésta es la victoria pírrica que, con la asistencia multimillonaria y la injerencia militar estadounidenses, logró Colombia y cuya fórmula ahora Washington se empeña en replicar en México.
¿Ganar significa administrar la violencia y sus efectos negativos descentralizando y fragmentando a los cárteles, pero sin reducir los flujos de drogas? –le pregunté a Robert Bonner, ex fiscal, ex juez federal, ex director de la DEA (1990-1993) y ex comisionado de Aduanas y Protección Fronteriza (2001-2205). “Absolutamente –respondió–, la meta más importante para México, meta que EU comparte, es derrotar a los cárteles, eliminar su poder e influencia sobre las instituciones gubernamentales legítimas”. En otras palabras, ganar no es acabar con el narcotráfico, sino controlar sus efectos sobre el gobierno y la sociedad.
Bonner abundó: el éxito en la guerra será evidente “cuando los líderes de todos los carteles sean aprehendidos y enfrenten la justicia, ya sea mediante la extradición a EU o en los tribunales de justicia mexicanos”.
Bajo esta acotada interpretación de triunfo, el abatimiento de Nacho Coronel, representa, como dijo la DEA, una “victoria” que acerca a México a la meta colombiana. En la entrevista, Bonner corrigió un error en el que seguido incurren los analistas: el Plan Colombia y la Iniciativa Mérida, no persiguen el mismo objetivo, por lo que no deben confundirse. El primero, explicó, empezó en 2000, años después de la pulverización de los carteles de Medellín y Cali. Su objetivo fue combatir la guerrilla y a los paramilitares, así como erradicar cultivos de coca, no destruir a los cárteles. En contrapartida, la Iniciativa Mérida, busca apoyar a México con capacitación, equipo e inteligencia, para eliminar capos.
Con la receta colombiana todos salen ganando: Barack Obama podrá decir que los fondos del erario para ayudar a México contribuyeron a descabezar cárteles; Calderón que las 28,000 muertes no fueron en vano, y una nueva generación de narcos, urbanizada y business-like, podrá festejar el renacimiento de un emporio criminal exento de la partida multimillonaria destinada a la sangrienta guerra con el gobierno. Como nos recuerda Don Corleone en El Padrino, la violencia es un pésimo negocio. Violencia, no; narconegocio, sí. ¿A eso debemos aspirar?
SOLIDARIDAD BIENVENIDA
Ante la probada incapacidad del Estado para proteger un derecho constitucional como es la información, el gremio periodístico se ha visto obligado a dejar de lado las fobias y rivalidades que lo han dividido para unir esfuerzos en defensa de su propia sobrevivencia. El secuestro de cuatro periodistas por narcotraficantes, tres de ellos de influyentes empresas nacionales (Televisa y Milenio), detonó un sentido de solidaridad en las filas de una profesión que a pesar de las espeluznantes condiciones de seguridad e inaceptables niveles de autocensura en que se desenvuelve, había estado vergonzosamente ausente. Los recientes secuestros fueron el detonador que hizo cimbrar a un gremio al que le podía pasar por encima un cadáver y como si nada; un gremio que había dado muestras de tener un músculo blando ante los asesinatos, secuestros, torturas, agresiones y amenazas de los colegas de provincia.
Esperemos que la acertada respuesta que vimos de los medios nacionales, la cual probó su poder de incidir con la sorprendentemente rápida intervención de la Secretaría de Seguridad Pública para rescatar a dos de los secuestrados, sea el inicio de un nuevo impulso de solidaridad gremial que no ceda hasta que el gobierno de Calderón acabe con la impunidad que ha marcado su relación con la prensa. Los umbrales de tolerancia que el gremio puede tener frente a actos de violencia están absolutamente relacionados con la impunidad que existe en México.
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