miércoles, 25 de agosto de 2010

El fin de la guerra




Javier Ibarrola



Felipe Calderón se juega la última carta en materia de seguridad cuando en los diálogos ya se dijo que podía ser su última gran reunión temática, al anunciar que esta “guerra” terminará al mismo tiempo que su gobierno, disponiendo de una gran cantidad de efectivos militares.

Ahí quedó su gran resultado después de años de lucha que arrancaron el primer día de su administración. Desde un principio careció de un plan o de una estrategia que le dieran al menos ventaja al gobierno sobre la creciente delincuencia organizada.

Esta guerra no termina, porque no saben cómo terminarla, incluso para analistas militares, que se manifestaron la semana pasada en este espacio, el Ejército no es la solución.

“No queremos al Ejército en nuestras colonias pero tampoco queremos que éstas se conviertan en nidos de maleantes, centros de drogadicción, prostitución, entre otras cosas. Entonces, ¿qué hacer? ¿Habría que empezar por aceptar que esa institución tan castigada y abrumada de actividades es, por el momento, la única herramienta?”.

Cuántas veces se dijo que la insistencia de mandar al Ejército a las calles tendría como consecuencia llegar a la línea de última defensa y así pasó, no sólo por la presencia física de los miliares en las calles, sino por el riesgo político al que ya se enfrentan.

Todo confirma que la alguna vez llamada guerra justa ya se perdió, no porque los delincuentes puedan más que las fuerzas militares, a pesar de sus armas de oro, sino porque el gobierno de Felipe Calderón perdió tiempo y recursos.

Para un amplio círculo de militares, el Ejército no es la solución a nuestros males, no es por mucho la mejor y la única opción tampoco, eso lo aseguro categóricamente: ¿dónde queda la educación que debe ser el elemento fundamental para la creación de coincidencia propositiva no reactiva?; ¿dónde está la administración eficiente y transparente de recursos económicos públicos? Anunciamos la erogación cada vez más grande de capital, sin un resultado aparente; ¿dónde están los programas sociales, palpables y tangibles?; ¿dónde queda la infraestructura de calidad que permita y fomente el progreso?; ¿dónde queda el amor a la cultura, a la estética y el arte, si nuestras ciudades cada día están más sucias y contaminadas?; ¿dónde queda el fomento al desarrollo tecnológico y respeto a la naturaleza? Y si no incentivamos la inversión este rubro también ayudará a perder la guerra.

De imaginaria

Llegan a mi mesa de trabajo algunos cambios que encajan en lo que ocurre en algunos sectores del Ejército. La salida de algunos y la llegada de otros demuestran que el hecho de ser militar no capacita a cualquiera para estar en condiciones de dirigir “corporaciones” policiacas que carecen de estructura, disciplina, unidad de doctrina, organización, capacitación, etcétera.

El general Urbano Pérez Bañuelos dejó de ser secretario de Seguridad Pública. De manera interina su lugar lo ocupará el general brigadier Alejandro Cardona Benítez, quien se desempeñaba como director de la Policía Preventiva. Pérez Bañuelos montó en cólera al saber la noticia y abandonó las instalaciones de manera subrepticia.

El general Urbano Pérez Bañuelos cayó después de una investigación en su contra, armada desde la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada por omisión en delitos federales y posible participación con la delincuencia organizada, tras una comparecencia ante la Sedena, y luego de una gran cantidad de cuestionamientos sobre su desempeño por parte de distintos sectores de la sociedad cancunense, Urbano Pérez Bañuelos quedó fuera de la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito de Cancún. Su lugar será ocupado por Alejandro Cardona Benítez, quien ya es cuestionado por su cercanía con el general Pérez Bañuelos, ya que es personal que llegó junto con el hoy ex comisionado de seguridad del gobierno municipal.

El remitente nos dice no entender las declaraciones del procurador de Justicia Militar, en las que expresa un total desconocimiento de lo que está pasando, así lo percibo al leer parte de sus comentarios que anexo:

El procurador de Justicia Militar, general Jesús Gabriel López Benítez, demandó mayores herramientas y equipos que permitan a las fuerzas armadas emparejar la lucha contra la delincuencia organizada y hacerla “menos desigual”. Afirma que estamos en desventaja, pues “aquellos han de estar muertos de risa”.

De acuerdo con López Benítez, las bandas del crimen organizado no tienen límites legales ni morales y sus acciones cada día se observan más violentas. Afirmó que hoy las fuerzas armadas requieren de herramientas legales que les permitan emparejar esa lucha, pues “no es una guerra sino una lucha, porque tanto los efectivos como los delincuentes son ciudadanos y estamos en un mismo país, por lo tanto no es guerra”.

Sin embargo, aclaró, “no estamos pidiendo libertad para usar la fuerza y las armas de manera indiscriminada; tampoco pedimos que se eliminen las leyes que regulan la actuación de las fuerzas armadas y de las policías”.

En materia de uso de la fuerza, el procurador de Justicia Militar dijo que en las condiciones en que opera el crimen organizado quedan descartadas armas como bastones eléctricos y gases de dispersión, porque los delincuentes utilizan granadas de fragmentación, lanzacohetes y lanzagranadas, que son altamente letales.

Dijo que en materia de derechos humanos, el personal militar está sujeto, desde los mandos hasta la tropa, a permanentes programas de capacitación en cuanto a las garantías individuales y armas, y se les inculca que el uso de la fuerza debe ser razonado y proporcional al que utilizan los criminales.

Por ello, agregó López Benítez, “en el Ejército existe la convicción de que el uso de la fuerza debe ser prudente, lógica y adecuada a las capacidades del infractor, y solamente cuando el empleo de la fuerza sea absolutamente necesaria”.
fuerzasarmadas@prodigy.net.mx

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