Recuperación en duda ¿Y México?
El viernes 20 de agosto, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicará el PIB de México para el segundo trimestre. La expansión de la economía será excepcional, posiblemente por encima de 7%, tras aumentar 4.3% en el primer trimestre. De ser así, durante la primera mitad del año la economía habría crecido a una formidable tasa de 5.7%.
La exultante reactivación de la economía se ha visto beneficiada por dos factores: una base de comparación extraordinariamente favorable y el vigor de la industria en EU, que dio un fuerte empujón al sector manufacturero de México.
Ahora bien, tras el explosivo crecimiento del primer semestre, y conforme el efecto de base de comparación remite, es momento de constatar qué tan saludable es la recuperación de la economía mexicana y cuál es su tasa potencial de crecimiento para el corto y mediano plazo.
Con ese objeto habría que someter a escrutinio dos asuntos: primero, qué perspectivas se barajan para la economía de EU; y segundo, qué condiciones internas existen para que la demanda doméstica apuntale el crecimiento del PIB mexicano.
ESTADOS UNIDOS
En EU se repite una y otra vez que las condiciones para el crecimiento han empeorado por dos motivos: uno, porque la crisis de deuda soberana en Europa ha vuelto a tensionar a los mercados financieros; y dos, porque resultado de esa crisis, los gobiernos europeos aplicarán drásticos recortes presupuestarios que restringirán el crecimiento con el fin de sanear sus cuentas fiscales.
Sin embargo, el verdadero motivo de la desaceleración en EU se debe a que las medidas de estímulo para la economía que se anunciaron para sobreponerse a la dura recesión se están desvaneciendo.
Así, resurgen las suspicacias sobre la sostenibilidad de la recuperación. El Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, habla de “tercera depresión”, dando a entender con ello que se verá una larga etapa de magro crecimiento e inestabilidad. De hecho, la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER por sus siglas en inglés) todavía no ha decretado, de manera oficial, el final de la recesión que empezó en diciembre de 2007, lo que revela las dudas que existen sobre una salida definitiva de la crisis.
Por su parte, Bill Gross habla de “nueva normal”, significando que la tasa de crecimiento potencial de la economía de EU será menor y la tasa de desempleo más elevada de lo observado en el pasado. El ex presidente de la Fed, Alan Greenspan, dice que esta desaceleración se asemeja más a una “cuasi recesión” que a otra cosa; mientras que su sucesor, Ben Bernanke, además de declarar que el rumbo de la economía es “inusualmente incierto”, ha tenido que admitir que “el ritmo de recuperación de la producción y el empleo se ha desacelerado en meses recientes”, y que la reactivación de la economía “es probable que sea más modesta en el corto plazo de lo que se había anticipado”.
¿Qué señales han visto que les suscitan tantas dudas sobre la recuperación? El primero y más importante es el ritmo del empleo. Por dos meses consecutivos, junio y julio, se ha producido una destrucción neta de puestos de trabajo. Es cierto que ese resultado se debe al despido de trabajadores temporales para la elaboración del censo de 2010, lo preocupante es que excluyendo a los trabajadores del Censo, el resultado es decepcionante.
Durante los últimos tres meses (mayo-julio), se han generado 12,000 puestos de trabajo netos excluyendo los temporales del censo, comparado con los 144,000 empleos que en promedio se generaron entre febrero y abril. Esa brusca desaceleración en la creación de empleos entorpece los esfuerzos para reducir de manera rápida la tasa de desempleo y aumentar los ingresos de los estadounidenses.
El menor ritmo de contrataciones, además, está asociado a un desgaste en el ánimo de los estadounidenses a la hora de gastar. Según el Conference Board, la confianza del consumidor en julio se deprimió 50.4, cuando en mayo llegó a alzarse hasta 62.7; en tanto que el índice de la Universidad de Michigan se rebajó a una lectura de 67.8, su nivel más bajo desde noviembre del año pasado. Y el deterioro del mercado laboral y de la confianza de los consumidores ha implicado la ralentización del gasto de consumo, que representa 2/3 de la economía de EU y cuya recuperación es un pilar fundamental para el impulso del resto de la economía.
En consecuencia, el consumo privado ha comenzado a renquear y, luego del auge observado en el periodo comprendido entre el segundo trimestre de 2009 y el primero de 2010, se observa un estancamiento del gasto que posiblemente se acentúe en el tercer trimestre. Buena parte de la explicación reside en el vencimiento de los programas de incentivos para el consumo, como la devolución de impuestos, el de “efectivo por chatarra” o el de las rebajas fiscales para la compra de electrodomésticos.
La administración de Barack Obama, más allá de prorrogar los subsidios de desempleo en algunos estados, ha encontrado dificultades para sacar adelante nuevos programas de estímulo económico ante el rechazo de los republicanos bajo el argumento de que la prioridad ahora es poner las cuentas fiscales de nuevo en orden. Al quedar el consumo a expensas de la dinámica del empleo y de los ingresos, cuando aún permanecen débiles, el riesgo de que el consumo privado sufra un nuevo traspié es latente.
Más cuando otro sector clave para la recuperación del consumo y de la economía en general, el sector inmobiliario, también resintió el final de los programas de estímulo. El pasado 31 de abril expiraban las ayudas fiscales para comprar una vivienda, y el sector se derrumbó. La confianza de los constructores, que había logrado repuntar de un mínimo de 8 a principios de 2009 a una lectura de 22 el pasado mes de mayo, se ha vuelto a desplomar a 13 en agosto.
Los constructores, eufóricos con los planes de estímulo, adelantaron sus planes de construcción de vivienda. Las ventas de casas nuevas se reanimaron y llegaron a ascender a 422,000 en abril, el último mes en el que el programa estuvo vigente. Pero un mes después, en mayo, las ventas se desplomaban 37% a un ritmo anualizado de 267,000, lo que representaba un nuevo mínimo histórico, para repuntar a 330,000 en junio.
Las ventas de casas de segunda mano, más accesibles en esta coyuntura, han logrado mantenerse más estables. Pero aun así, los precios de la vivienda, que se desplomaron durante la crisis, han permanecido deprimidos, lo que supuso una gran pérdida de riqueza para las familias, con su consiguiente efecto negativo para el consumo.
A su vez, en tanto los precios de la vivienda no repunten y el desempleo permanezca elevado, los compradores endeudados, que pagan más por la casa de lo que realmente vale, se sienten menos proclives a pagar y entrar en moratoria (o a que su casa sea embargada), lo que supone todavía una fuente de riesgos y de pérdidas para la banca, que en tanto mantenga una exposición alta al sector hipotecario se resiste a abrir el grifo del crédito.
Los constructores, que en cuanto terminaron los programas de ayuda para comprar vivienda vieron cómo se hundieron las ventas, paralizaron de nuevo sus obras de modo que pasaron de construir casas a un ritmo anualizado de 679,000 en abril a otro de sólo 546,000 tres meses después, o una caída de 20%. Incluso el ritmo de construcción de casas nuevas en julio era inferior al de hace un año (7%). Los permisos de construcción, que marcan la tendencia en el corto plazo de los inicios de construcción de casas, cayeron a 565,000 en julio, un mínimo desde mayo de 2009.
Con la demanda interna debilitada, el gobierno de EU y los analistas tenían la confianza de que la demanda externa se posicionara como motor de crecimiento. Pero la crisis es global, y los foráneos consumen poco. Además, la crisis de deuda soberana en Europa fortaleció de forma precipitada al dólar, lo que perjudicó la competitividad estadounidense al encarecer la compra de sus productos de manera rápida e inesperada. En consecuencia, en junio, el déficit comercial se amplió a 49,900, el más alto desde octubre de 2008, por lo que más que contribuir al crecimiento, lo merma (posiblemente se registre una sustancial revisión a la baja en el PIB del segundo trimestre, originalmente en 2.4%).
De este modo, ante la decepcionante evolución de la demanda interna y externa, los inventarios no deseados han crecido a un ritmo más rápido de lo pensado, lo que lo ha convertido en una fuente de crecimiento en los últimos trimestres. Ahora bien, esta evolución del ciclo de inventarios puede ser a costa de la expansión futura, al frenar las fábricas su producción con el fin de dar salida a los inventarios acumulados.
¿Y MÉXICO?
De ser así, el principal motor de impulso para la economía mexicana podría frenarse, lo que pondría en un brete su recuperación. Tal y como se aprecia en la gráfica, la manufactura en México es la que ha dictado la profundidad y la salida de la crisis en México. Por el contrario, la construcción, incluso a pesar de la favorable base de comparación, ha seguido deprimida sin llegar a registrar tasas de crecimiento anuales positivas.
El mayor dinamismo de la demanda que se verificó en EU a comienzos de este año se tradujo en un importante impulso por parte de la manufactura de exportación al resto de la economía, siendo el sector secundario, el industrial, el que más ha aportado a dicha recuperación. El crecimiento del sector automotriz en EU, que partía de una base muy baja luego de la quiebra de General Motors y Chrysler, jugó un papel clave en la reactivación de las exportaciones manufactureras de México.
Pero está claro que si la demanda externa, es decir, la proveniente de EU, comienza a perder dinamismo, la propia recuperación de la economía mexicana puede verse afectada. Ya en el mes de junio, la producción industrial del país, si bien mostró crecimiento en comparación anual (8.4%), las cifras desestacionalizadas mostraron una caída mensual de 0.42%, poniendo fin a cuatro meses consecutivos de expansión mensual en el sector industrial. La manufactura se redujo 0.1%, a pesar del aumento en la producción de autos.
¿Esto está comenzando a reflejar un menor dinamismo de la economía estadounidense? Aún puede ser temprano para afirmarlo: la industria estadounidense es la que, por ahora, ha mantenido el mejor paso y en julio creció 1.0%.
El sector automotriz explicó un 0.5% de ese incremento debido a que General Motors decidió mantener abiertas más fábricas de las que suele sostener en julio. Pero agosto revertirá en buena medida ese efecto. Y si el consumo se mantiene débil, tarde o temprano la industria acusará este bajo dinamismo de la demanda y también la economía mexicana lo resentiría.
Ahora, lo siguiente que hay que preguntarse es si la economía mexicana tiene opciones para enfrentar una desaceleración de la economía estadounidense, y si hay otros elementos que compensen una eventual pérdida de la dinámica exportadora.
Aquí también hay serias dudas y mucha incertidumbre. Dentro de la industria, la construcción se contrajo por segundo mes consecutivo al hundirse 1.4% en junio tras caer 0.4% en mayo, en tanto que la actividad minera bajó 1.2%.
Por otro lado, si bien el mercado interno ha dado señales de estarse reestableciendo y de mejorar su ritmo de recuperación, esto se sigue explicando principalmente por la base de comparación sin que haya evidencia contundente de que la economía gana dinamismo de manera más autónoma y, en todo caso, es un efecto colateral del sector exportador el que ha permitido cierta mejora del mercado doméstico.
Para Rodolfo Navarrete, economista de Vector, aún no es claro que la economía de EU entre en una desaceleración, y en todo caso no será muy profunda y sus efectos se dejarían sentir en 2011. Sin embargo, bajo el escenario de una pérdida de dinamismo del sector externo, considera que el mercado interno aún no tendría la fortaleza para tomar el relevo como el principal impulsor de la economía. “Sí hay señales de una mejora, pero aún se notan limitaciones en las variables internas. Así que México sigue dependiendo del sector exportador para mantener el paso de su recuperación”.
Ni siquiera las bajas tasas de interés y mínimos históricos que las tasas de largo plazo han alcanzado en México, son factor suficiente para impulsar la demanda interna.
Según Navarrete, esto es así por el bajo nivel de bancarización que persiste en México, es decir, pocos son quienes se acercan al banco para pedir un préstamo; cuestión que se ve agravada por la insensibilidad que muestran las tasas de los créditos bancarios a las tasas de referencia de mercado y esta situación no parece cambiar en el corto plazo. Pero, además, el propio ánimo de incertidumbre de inversionistas y consumidores los inhibe a pedir préstamos, es decir, la demanda de créditos tampoco detona un mayor dinamismo de este mercado.
Otras variables para prever una recuperación del mercado interno serían las remesas y el empleo, cuya mejora se traduce en mayores niveles de confianza de los consumidores.
Pero en junio las remesas decepcionaron. Cuando en mayo vieron un repunte y se esperaba que esto marcara un cambio de tendencia definitivo, retomaron la tendencia de debilidad con una caída anual de 2%, afectadas por un sector laboral en EU que sigue sin recuperarse sólidamente; en tanto uno de los más dinámicos en el empleo –como el de la construcción– ha sido uno de los más deprimidos en la generación de nuevas plazas.
El empleo, en tanto, si bien ha tenido una tendencia de recuperación, aún sigue muy rezagado en cuanto a la generación de suficientes plazas de trabajo demandadas por el crecimiento poblacional. Según los indicadores estructurales de empleo generados por el INEGI, en el segundo trimestre de 2010 la población económicamente activa creció más que la población ocupada respecto al mismo periodo de 2009, lo que se tradujo en un aumento de la población desocupada en 120,851 personas. La tasa de desempleo, por su parte, aún se mantiene arriba de 5%, por encima de los niveles que se registraban previos a la crisis.
Así, la confianza de los consumidores y los niveles de consumo se han recuperado porque han salido del fondo que tocaron en 2009, pero aún no se nota una fortaleza que haga suponer que en caso de que el sector exportador decaiga el mercado interno será el impulsor de la economía.
Lo que se espera para el año es que el crecimiento siga sustentándose en el sector exportador orientado al mercado de EU a una tasa anual cercana a 5%. Sin embargo, hacia 2011 la tasa de expansión del PIB se acercará al crecimiento potencial, entre 3% y 3.5%, sujeta a una muy probable desaceleración de la economía de EU. En todo caso, los pronósticos sobre la economía mexicana siguen vinculados al incierto comportamiento de la manufactura en EU, dado que el mercado interno aún no muestra la fuerza que se requiere para impulsar a la economía.
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