domingo, 1 de agosto de 2010

De Secuestros, Medios y Narcopoder

Jenaro Villamil

Still de uno de los vídeos que los secuestradores pidieron difundir. Imagen: blogdelnarco.com

Muchas situaciones inéditas están ocurriendo en lo que ya constituye un salto cualitativo del narcopoder en su propia guerra y reacomodo del país: ahora exigen mediante el secuestro de reporteros y camarógrafos su acceso a la pantalla de Televisa, el medio masivo de mayor penetración en el país, y si no les cumplen no se conforman solamente con el acceso a Milenio TV, señal asociada a Televisa a través de su participación accionaria en Multimedios (TVI). El viernes lanzaron una granada en las instalaciones de Televisa, en Nuevo Laredo, recordando que si se trata de narcoterrorismo, lo vivido en Ciudad Juárez es un inicio peligroso de una comunicación del miedo por parte de los cárteles.

Lo ocurrido con el secuestro de cuatro periodistas –tres reporteros y un camarógrafo- el lunes 26 de julio en Gómez Palacio, Durango no sólo está relacionado con la historia de la directora del Cereso estatal 2, Margarita Rojas, presunta “facilitadora” para que los reos vinculados al narcotráfico pudieran salir a realizar matanzas en ciudades vecinas, como en Torreón, Coahuila.

El contexto más amplio nos habla de dos sucesos ocurridos esta semana que termina de manera kafkiana: primero, la difusión de una carta y una nueva imagen de Diego Fernández de Cevallos, donde le reclama a sus hijos que no regateen con sus captores el monto necesario para su liberación, y segundo, el espectacular operativo militar en Zapopan, Jalisco para detener a Ignacio “Nacho” Coronel, quien según la Secretaría de la Defensa Nacional, murió en la refriega.

En ambos casos nos encontramos, por un lado, con un proceso de información “no controlada” explícitamente por el gobierno federal, y en el otro, por un operativo que busca abonar en una percepción pública de éxito por la eliminación física de quien es considerado el tercero en el mando del cártel de Sinaloa, después de Joaquín “El Chapo” Guzmán y de Isamel “El Mayo” Zambada.

La misiva de Fernández de Cevallos, que circuló de manera extraña en algunos sitios de internet, fue acreditada en twitter y en su programa de Radio Fórmula por el periodista José Cárdenas, quien por cumplir con su labor informativa se mereció una andanada de críticas de cierto sector mediático que lo criticó por violar la autocensura “pactada” con la PGR para no afectar la vida del ex candidato presidencial panista.

La carta y la imagen de Diego Fernández fueron difundidas en primera plana por trece periódicos a nivel nacional. El vacío informativo que el gobierno federal ha operado –después de su espectacular operativo inicial para buscar al político panista más poderoso- sólo ha permitido que los presuntos secuestradores tengan la llave de la acción comunicativa. Así se demostró en el correo electrónico donde los “misteriosos secuestradores” se mofan de Fernández de Cevallos, y dan a entender que su acto delictivo tiene un objetivo político, más que una ganancia financiera.

Días después la Sedena difundió las imágenes de un operativo militar en una exclusiva zona residencial de Zapopan, Jalisco, para detener a Ignacio “Nacho” Coronel, el narcotraficante que controlaba la ruta del occidente, con influencia en Jalisco, Colima, Nayarit y Michoacán. A diferencia del operativo de diciembre de 2009 en contra de Arturo Beltrán Leyva, “El Barbas”, en éste no se difundió ni la imagen del cuerpo de Coronel y hubo un extremo cuidado para que nada se saliera del guión mediático armado.

La imagen de éxito en contra del narcotráfico era necesaria para el gobierno de Felipe Calderón, sobre todo, en vísperas de su visita a Zapopan para inaugurar el nuevo estadio de futbol, sede de Las Chivas, ahora propiedad de Javier Vergara, el magnate de Omnilife, pareja sentimental de una rica empresaria del gas de Ciudad Juárez, una de las sedes en disputa en esta guerra sin guión claro contra los cárteles de la droga.

La Alerta de Televisa

Pero todo cambió cuando Televisa tomó una decisión inédita, el pasado jueves 29 de julio. A la hora de transmitir el programa “Punto de Partida”, conducido por Denisse Mercker, la empresa decidió convertir en desafío y en noticia su descontento por el secuestro de cuatro periodistas en Gómez Palacio Durango y por la actitud tibia de las autoridades federales.

“En Televisa, en Punto de Partida, no estamos dispuestos a salir esta noche a fingir que no está pasando nada. Sí está pasando. Todos los periodistas de este medio y de todos los otros corren enormes peligros para cumplir con su tarea”, advirtió el comunicado que Mercker difundió. Poco después, la pantalla quedó en negro y sólo se observó el título del programa.

Es la primera vez que Televisa suspende una emisión en señal de protesta por el secuestro de alguno de sus trabajadores. Y es la primera vez que también los secuestradores pusieron como condición para liberar a los cuatro periodistas la difusión en la pantalla de esta empresa de un video de 15 minutos en el que muestran a dos policías locales y a dos civiles siendo interrogados y confirmando que trabajan para el cártel de Los Zetas, en la región de la Laguna, que incluyen los municipios de Gómez Palacios, en Durango, y de Torreón, en Coahuila, la ruta del “triángulo de oro”.

No bastó para estos secuestradores que la señal de Milenio TV difundiera el martes este video. Ellos están demandando el acceso a la televisión abierta y en el espacio de mayor audiencia.

¿Qué hará Televisa frente a este desafío? ¿Qué hará el gobierno federal además de condenar el hecho a través del secretario de Gobernación?

Los reporteros fueron secuestrados el lunes cuando cubrían precisamente el motín de reos del Cereso 2 de Gómez Palacio que protestaban por la detención de la directora Margarita Palacios. Se trata de un corresponsal de Televisa y su camarógrafo, de otro reportero de Grupo Multimedios y uno más del diario local El Vespertino. El martes liberaron a Héctor Gordoa, pero quedaron los otros tres.

El secretario de Gobernación José Francisco Blake Mora, inaugurándose en este tipo de situaciones críticas, exigió el viernes la liberación inmediata de los periodistas, mientras que una ola de protestas se ha generado en el gremio periodístico y una condena de la Sociedad Interamericana de Prensa.

El hecho nos coloca en un escenario muy distinto al de las anteriores fases de la narcoguerra. Se trata de cómo el narcopoder utilizará las relaciones con los medios, especialmente los masivos, para su propia estrategia de guerra entre cárteles. Se trata de generar miedo y obstaculizar la labor informativa. Se trata de una disputa entre poderes fácticos, mientras que el gobierno actúa como un convidado de piedra sin capacidad de respuesta.

Los cárteles ya lo han hecho con sanguinaria precisión en Tamaulipas, donde la mayoría de los periodistas y los medios se han autocensurado cuando se trata de informar sobre el narco, también en Ciudad Juárez y en buena parte del noreste del país. También han amenazado a directores de medios en Nuevo León y en casi toda la frontera.

El nuevo gesto se dio en la noche del viernes. Una granada explotó en las instalaciones de Televisa en Nuevo Laredo, causando daños en dos vehículos. El gerente Eduardo Martínez dijo que no hubo víctimas, pero sí daños materiales.

Vídeo de la declaración de Denise Maerker.

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