El 1 de septiembre México volverá a entrar a la ratonera. Ese miércoles, con la frente en alto y el pecho erguido, 500 políticos, metafóricamente hablando, se cortarán las venas ante su supuesto compromiso para cambiar la suerte de la Nación y, sin rubor, predicarán el siguiente discurso: en los próximos meses los grandes problemas nacionales serán parte de un pasado que no volverá.
La sede de esta historia será el Poder Legislativo, la Cámara de Diputados y el Senado de la República, en la que los soldados de los tres principales partidos políticos (PRI, PAN y PRD) protagonizarán el segundo año de la LXI Legislatura donde se espera la aprobación de reformas que podrían revolucionar las reglas del juego en sectores económicos clave, así como la presentación de iniciativas de ley que por años han permanecido en la congeladora.
Sin embargo, un factor alimenta el pesimismo y, sobre todo, la sensación de que la batería de asuntos por discutir sirva exclusivamente para intensificar la lucha política y posponer la solución de los conflictos que paralizan al país: la sistemática fiebre electoral, que volverá a sentirse en los próximos meses al calor de las batallas que tendrán lugar en 2011.
PAN
Hace unos días, el Presidente, en su cumpleaños número 48, pidió un deseo: apoyo de la fracción parlamentaria del PAN. Así, en su mente se alojó una idea: negociar, presionar, ganar espacios frente a la oposición, para recuperar simpatías y el timón de una nación que está a la deriva.
Y, para eso, el partido en el poder intensificará su cabildeo en la agenda económica. En esos términos, es inminente la presentación de una iniciativa contra el lavado de dinero. Al mismo tiempo, y en el marco de la presentación del PEF 2011, el PAN desempolvará una papa caliente: la reforma fiscal que incluye revisar los regímenes especiales de tributación, avanzar en la simplificación para elevar la recaudación y ampliar la base gravable.
Según legisladores consultados, la apuesta es lograr una economía más dinámica para generar empleos, y menos trámites para constituir más empresas. En estos momentos, sin embargo, los panistas carecen de una postura firme en torno de aplicar el IVA en alimentos y medicinas.
Al mismo tiempo, la agenda de la fracción parlamentaria del PAN incluye una ley de reforma laboral; además, otro punto que lleva la rúbrica de Los Pinos es avanzar en la transparencia y rendición de cuentas en el sector público, sobre todo en los estados y municipios, donde se prevé un encontronazo con los priístas.
Además, el PAN va por tipificar en el Código de Justicia Militar los castigos en contra de miembros de las fuerzas armadas, así como ultimar los detalles de la Ley Antisecuestro y la Ley Federal de Armas de Fuego.
PRI
En el edificio donde se aloja el war room del PRI gana filias la máxima que dicta que la venganza es un plato que se come frío y, en ese sentido, los priístas piensan cobrarse las alianzas PAN-PRD para las elecciones de este año y que les costaron perder bastiones como Oaxaca y Puebla. La advertencia es que nada pase, sobre todo aquello que afecte sus intereses.
Dicho esto, los legisladores comandados por Francisco Rojas en San Lázaro no permitirán gravar alimentos y medicinas. En todo caso, los 239 diputados del PRI impulsarán la iniciativa de ley del Sistema Nacional de Banca de Desarrollo, la autonomía del SAT y la Ley de Desarrollo Industrial.
Se prevé que sometan a debate su iniciativa de reforma laboral y la confronten con la del PAN, pero de momento los priístas sostienen que la diferencia –y eventual factor de disenso– está en la autonomía sindical, la contratación colectiva y el derecho de huelga; además, los priístas pugnarán por la desaparición de la figura del outsourcing y la Comisión Nacional de Salarios Mínimos.
Por último, el PRI reactivará su campaña para replantear las funciones de la Cofetel y, además, presumirá su compromiso para sacar avante la Ley de Competencia Económica, que espera el voto del Senado.
PRD
La disminuida fracción del sol azteca sabe que sólo con alianzas podrá encontrar momentos para destacar y atraer reflectores. Así, será paciente para “colgarse” de iniciativas que puedan generarle algún provecho.
Esto significa que el reto más grande que tienen los perredistas es que sus llamadas tribus no le provoquen dolores de cabeza para poder avanzar en bloque y juntar la suficiente fuerza para estar en el centro de los debates trascendentes.
Como sea, en materia fiscal exigirá terminar con los regímenes especiales, pugnará por la reducción del gasto corriente en el gobierno federal y tendrá en la mira la derogación del IETU.
Fuera de la arena económica, apoyará los programas preventivos en materia de seguridad pública, el apoyo universal a adultos mayores, junto con la modificación de varios artículos de las leyes del IMSS e ISSSTE, a fin de garantizar los derechos sociales y económicos plenos de las parejas del mismo sexo.
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