martes, 11 de mayo de 2010

Sonora: nacen los juicios ciudadanos

José Cabrera Parra
08-May-2010


Estos recursos, alentados por el anhelo de justicia de los deudos de los niños de la guardería ABC de Hermosillo y no pocos de sus paisanos, dejan sin efecto, vergonzosamente, las actitudes triunfalistas de un gobierno que vive al margen de la realidad nacional.


A punto de cumplirse un año de la trágica muerte de 49 niños en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, sin que se hayan iniciado juicios de responsabilidad, los padres de los menores —junto con miles de ciudadanos más— tomaron una decisión trascendente, reveladora del estado en que se encuentra la justicia en nuestro país: dieron vida a los juicios ciudadanos y a los tribunales populares.

Estos recursos, alentados por el anhelo de justicia de los deudos y no pocos de sus paisanos, dejan sin efecto, vergonzosamente, las actitudes triunfalistas de un gobierno que vive al margen de la realidad nacional.

Como es bien sabido, 49 pequeños murieron y 70 resultaron lesionados en medio de un incendio imposible de controlar, que sin la menor duda fue causado por una falla eléctrica, a su vez resultado de la falta de mantenimiento y el descuido de dueños y empleados del lugar.

La Guardería ABC funcionaba con una licencia expedida por las autoridades federales del Instituto Mexicano del Seguro Social, sin que los padres supieran que incumplía los ordenamientos legales para este tipo de establecimiento, mismos que el gobierno local debería haber vigilado de forma permanente, de modo que al menos parte de la responsabilidad recaería en el gobernador Eduardo Bours y en la dirección del IMSS.

Como en pocas ocasiones, la influencia y las relaciones de poder se han movido para proteger a quienes sin duda son culpables de la tragedia, mismos que hoy permanecen impunes —ya sea en sus cargos o fuera de ellos, pero en tranquila libertad—.

Es un misterio quién permite esa inaudita impunidad, frente a acciones gravísimas que podrían encerrar responsabilidades delictivas.

Tras este escenario pueden identificarse rostros y nombres que figuran en las agendas de amigos y funcionarios, de prominentes políticos u hombres de empresa fuertemente relacionados con el poder.

De las primeras investigaciones fueron notificadas las máximas autoridades judiciales del país, pero éstas sólo decidieron nombrar una comisión investigadora que indague los hechos, lo cual ha permitido a los implicados ganar tiempo, tal vez con la esperanza de que lo ocurrido se diluya y caiga en el olvido.

Por el contrario, el intenso dolor de quienes perdieron a alguno de sus hijos, despojados de facto de su derecho a la justicia, los ha llevado a crear tribunales ciudadanos y juicios populares, dándose —como decíamos— un paso que sin duda marcaría un hito en la vida de los mexicanos.

Esta decisión de los sonorenses revela el marco angustiante en que vive México hoy, cuando el país entero es escenario de una lucha entre fuerzas militares y grupos criminales que ha provocado alrededor de 25 mil fallecidos, muchos de los cuales nada tenían que ver con la delincuencia organizada pero cayeron en los combates callejeros que ocurren de manera cotidiana.

¿Quiénes eran esas víctimas inocentes? En este país, al que los gobernantes del momento pintan de color de rosa, la muerte de uno o de miles de civiles en nada estremece ya a las élites de poder.

Por eso debemos aplaudir a aquellos mexicanos que decidieron actuar directamente, con apego a las leyes, sin pasión ni ánimos de revancha, para buscar lo que hoy es el mayor sueño de los mexicanos: la verdad y la justicia.

Ojalá que las autoridades locales y federales estuvieran a la altura de los ciudadanos.

Este penoso caso es sólo un pequeño ingrediente del panorama que enfrentamos, el cual tiene dos frentes: el de la concepción general del pueblo frente a su realidad, y el que parece tener el gobierno de la nación.

Hace un par de días, en Alemania, utilizando una figura bíblica, el Presidente Felipe Calderón dijo que hay un nuevo México, triunfador, que ha logrado vencer a los cinco Jinetes del Apocalipsis.

Palabras que impactaron al interior del país, pues, muy por el contrario, éste vive una de sus más graves y peligrosas crisis.

Esas palabras, al igual que el dramático acontecimiento de Hermosillo, enfrentan a no pocos mexicanos con una realidad preocupante: la de tener, hoy por hoy, gobernantes peligrosamente convencidos de que dirigen el mejor país del mundo.

Fuente: www.excelsior.com

*Periodista y escritor

josecabreraparra@hotmail.com

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