lunes, 17 de mayo de 2010

¿Para quién trabaja Peña?

Francisco Rodríguez

May 17, 2010

FUERON LOS TECNÓCRATAS quienes abrieron de par en par las puertas a los opositores del PRI, partido en el que no creían, que incluso les provocaba vergüenza

Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y, sobre todo, Ernesto Zedillo no sólo no respetaban, incluso despreciaban a los políticos priístas. El primero lo demostró con la expulsión de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, quienes con su Corriente Democrática, primero, y aliados a otras fuerzas partidistas, después, oponían férrea resistencia a la candidatura de Salinas, a quien abiertamente señalaban cual empleado de los intereses estadounidenses. El resto de la historia –fraude electoral o “caída del sistema” incluidos–, la conoce usted mejor que yo.

Desde prácticamente el inicio de su cuestionada gestión, Salinas intentó desaparecer al tricolor, y creo las redes de Solidaridad con las que pretendía sustituirlo. Usted también conoce el desenlace de este capítulo de la historia reciente. Aquel a quien, según el entonces ocupante de Los Pinos, correspondería liquidar al organismo de interés público que alguna vez fuera Revolucionario y terminó sin siquiera ser Institucional, fue asesinado en Lomas Taurinas por una fantasmagórica nomenklatura, a la que constantemente se refería el antecesor de Zedillo.

Fue éste, empero, a quien le tocó la liquidación, entregando Los Pinos al PAN, no nada más por el fracaso de las políticas neoliberales –remember Fobaproa– sobre la economía y las finanzas de la sociedad, sobremanera porque actuó en contra del candidato Francisco Labastida, como mano del gato de los intereses estadounidenses y empresariales domésticos, a los que hoy por hoy sigue sirviendo.

Hago hoy con usted este recuento, porque un distinguido priísta a quien no pocos consideran poseedor de las simpatías mayoritarias para convertirse en candidato del PRI a la Presidencia de la República en el 2012, recién ha invocado al demonio tecnocrático.

Le hablo, sí, de Enrique Peña Nieto quien, tal vez por su juventud, desconoce que el peor enemigo del PRI no es el PAN ni mucho menos Andrés Manuel López Obrador –de lo que ya queda del PRD mejor ni hablemos–, sino la casta de tecnócratas que, desde el Banco de México o la Secretaría de Hacienda, sólo han usado a los políticos priístas –¿tontos útiles?– para imponer aquí los designios de la Casa Blanca y los poderes fácticos estadounidenses, a través del FMI, el Banco Mundial, y otros organismos multilaterales.

En un foro de “aportaciones” para el futuro del país –o quizá nada más para una precampaña presidencial–, tres tristes tigres de pura cepa tecnocrática volvieron a la carga: Pedro Aspe, Guillermo Ortiz y Francisco Gil Díaz.

Nada innovadores, ahora desde bien remunerados cargos en la iniciativa privada –sin que por ello dejen de cobrar mes a mes sus jugosas pensiones de Banxico, entre otras–, como la burra volvieron al trigal de la-necesidad-de-abrir-Pemex-a-la-iniciativa-privada.

Y con un discurso similar al que emplean los adversarios panistas del priísta Peña Nieto, los ex secretarios de Hacienda de Salinas, Zedillo y Fox urgieron a realizar-las-reformas-estructurales-que-el-país-necesita (léase como sonsonete), que permitan abrir Petróleos Mexicanos a la inversión privada, con la finalidad de modernizar esta empresa y corregir el grave problema de productividad que presenta.

Relativamente, Peña Nieto es nuevito en esto y quizá desconoce aquél debate que, al término de “el último Presidente de la Revolución” se dio en el país sobre la conveniencia de dejarlo en manos de los técnicos o de los políticos. Don José López Portillo se arrepentiría después y admitiría su equivocación en una mesa de amigos.

Así es que si el gobernador mexiquense ideó el foro de aportaciones –que contó con la presencia de dos Premios Nobel mucho más revolucionarios que Aspe, Ortiz y Gil– para que sirviera a su precampaña, el tiro le salió más bien por la culata. Fue sólo el marco para que los tecnócratas volvieran por la búsqueda de sus fueros.

Es la historia repetida, cíclica, en la que Enrique Peña ni siquiera supo para quién trabaja. Aquella en la que los técnicos sólo usan a ¿los rudos? para que les dispongan le mesa. O bien, para que les hagan la tarea que para ellos es sucia: la del contacto con la gente en busca de sus votos.

¿Cómo lo ve usted?

Índice Flamígero: Para el anecdotario: Hace aproximadamente 10 años, Diego Fernández vendió parte de su rancho, en Querétaro, al ex Yanqui (ex delegado de la desaparecida Policía Judicial Federal) Rodolfo Manzano Peredo, a quien la revista Proceso ubicó en su momento como integrante del Cartel de los Texanos y al que la DEA, a través de la embajada de EU, le retuvo la visa por un incidente que lo pinta de cuerpo entero: En Isla del Padre, Texas, intentó comprar un yate valuado en un millón de dolares ¡¡¡en efectivo!!! Los vendedores dieron parte a la DEA, la que sin más lo regresó a México, le quitó el dinero, y ya hasta que estaba de regreso en nuestro país, los estadounidenses dizque se dieron cuenta de que se trataba del Delegado de la PGR en Reynosa. La operación de compraventa del rancho tuvo un valor de 3.5 millones de dólares. Actualmente, dicho rancho tiene invernaderos sobre una superficie de 68 hectáreas. Un vecino incómodo, sin duda, cuyo rango mayor fue el de policía de la PGR que comandaba Antonio Lozano Gracia.

www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com

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