Suena a política ficción…, y a política entreguista.
Si ya hace doce años resultó asombroso ver perseguido en México a un gobernador por narcotráfico — y ponerlo luego tras las rejas de un reclusorio–, más aún lo es que éste sea extraditado a los Estados Unidos para ser juzgado por delitos contra la salud y asociación delictuosa, en una corte en Nueva York.
Impactante hecho, sin duda. Tan impactante como el mirar el quasi cadavérico rostro del ex gobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid, al dejar el Reclusorio Norte y ser entregado a agentes estadounidenses en el aeropuerto de la Procuraduría General de la República en Toluca, Estado de México.
Que recuerde, ningún otro político de esa talla había sido entregado –vía extradición—a l país vecino. De las 325 extradiciones que antecedieron a Mario Villanueva en este sexenio, ninguna otra había tocado de manera tan directa a la clase política priista otrora en el poder.
Siempre hay una primera vez, dirán… Quizás, dirán, éste sea el banderazo del ajuste de cuentas que no se dio en el momento de la alternancia con Vicente Fox.
Tal vez- Sin embargo, varias cosas incomodan en la extradición del ex mandatario quintanaroense:
Primero, su caso –fue acusado de apoyar y colaborar con el cártel de Juárez y de recibir pagos de 400 a 500 mil dólares por cada cargamento de cocaína procedente de Colombia que le permitió realizar al cártel de Amado Carrillo “El Señor de los cielos”— se sostuvo únicamente en declaraciones de testigos protegidos de la PGR.
Segundo, el juicio que se le llevó a cabo en México, ha sido –además de muy largo: nueve años—contradictorio y extraño. Recordemos que Mario Villanueva obtuvo una sentencia absolutoria en primera instancia y luego se le modificó la sentencia, con base en esas mismas pruebas.
Incluso, le vimos cruzar las puertas del reclusorio hacia la libertad el 21 de junio de 2007, y apenas caminó unos metros rodeado de su familia, fue detenido de nuevo, aparatosamente, ante la petición de extradición formal que presentó el gobierno de Estados Unidos.
Villanueva interpuso amparo tras amparo para evitar su extradición. Pero tres años después de ese suceso, llegó el día fatal para el ex gobernador, aunque él sostiene en la carta pública que dio a conocer (“¡No soy culpable de lo que me acusan!”) que las resoluciones son contra Derecho.
Tercero, llama la atención que la extradición de Mario Villanueva acontezca cuando están en puerta elecciones en Quintana Roo y cuando uno de sus hijos, Carlos Mario Villanueva Tenorio se ha registrado como candidato del PRI a la alcaldía de Othón P. Blanco y tiene altas probabilidades de triunfo frente a la alianza opositora, encabezada por el panista Juan Carlos Pallares Bueno.
¿Carambola de tres bandas por parte del gobierno federal?
Así parece. Con esta extradición el Presidente Felipe Calderón queda bien con los Estados Unidos; golpea a la clase política del PRI y retrotrae a la memoria en estos tiempos electorales el negro pasado del partido tricolor; y lanza además un obús a la candidatura del hijo del ex gobernador.
En cualquiera de estas lecturas suena a una extradición con fines políticos.
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