EL FIN DE LA TELEVISIÓN ABIERTA
Bendito avance tecnológico. La frenética carrera en la que está trepada la industria de las telecomunicaciones, inevitablemente, permitirá la puesta en escena de un escenario que hoy es inimaginable: el debilitamiento de un poder omnímodo, que ha mantenido secuestrada las conciencias de millones de mexicanos y que hoy es el vivo ejemplo de un mercado capturado por gigantes. Sin embargo, y a pesar de las fuerzas del mercado, nada garantiza que la competencia en los nuevos frentes sea una realidad.
Como sea, se aproxima el boom de otras variantes para transmitir contenidos, que se manifestará a través del creciente consumo de las televisión de paga, y que con su difusión marcará un hito pues el amplio menú de opciones ampliará los espacios para la comentocracia, que finalmente contribuirá a la formación de una cultura democrática en el país.
La conjunción de diversas tendencias indica que el tiempo y la difusión de diversas tecnologías de distribución lograrán romper finalmente el duopolio que existe en la televisión mexicana. Es decir, el avance tecnológico logrará algo que, hasta ahora, ni el Estado ni el Congreso han podido conseguir.
Bajo este panorama, los jugadores del sector han empezado a mover sus fichas para mudar su poder de penetración hacia los nuevos formatos de transmisión. En otras palabras, la competencia que podría abrirse ante esta dinámica tecnológica, podría ser disfrazada y mantener viva la hegemonía de los gigantes de la industria.
Por lo pronto, hoy, las tendencias marcan que los líderes de opinión que hoy se personifican en los adalides de la información, y que en buena medida son instrumentos para preservar el statu quo, pasarán de moda y sus mensajes perderán eco; además, una tercera o más cadenas de televisión seguirán siendo necesarias, pero la diversidad de formatos sembrarán la raíz de una competencia bárbara en la industria; todavía más, tendrá lugar una feroz guerra de contenidos.
De momento, la televisión de paga tiene una penetración relativamente baja en el país. De acuerdo con un reporte del Consejo Latinoamericano de Publicidad en TV de Paga (Lamac), este formato registra una penetración de 76.1% entre la población de Colombia y de 72.9% entre la de Argentina, mientras que en México es de apenas 30.8%. Sin embargo, existen factores que están abonando para que se acelere la expansión de la televisión de paga.
Francisco Silva, socio-responsable de la industria de Tecnología, Medios y Telecomunicaciones (TMT) de Deloitte, manifiesta que el consumo de la televisión de paga está creciendo como la espuma, no a niveles espectaculares, pero sí a un ritmo sostenido. “Yo creo que de unos seis años a la fecha se ha ido duplicando. Ha sido un crecimiento sostenido y hay que ver hasta dónde llega, cuál es el tope, puesto que también hay 100% de capacidad y la hipótesis dice que ese 100% puede ser alcanzado”.
En ese proceso de transición, la televisión de paga –en la que ya están incursionando algunos pesos pesados de las telecomunicaciones– también es vista por los analistas como el imperio del futuro. Algunos, incluso, presumen que ésta sobrepasará los alcances de la televisión de paga y que será la formadora de conciencias de las nuevas y futuras generaciones. Ya el tiempo lo dirá.
Como sea, las inercias tecnológicas y las tendencias de consumo están haciendo el milagro, y nada lo podrá detener. Hoy, la televisión tradicional impone, y así seguirá siendo por unos años más, pero conforme pase el tiempo las fuerzas del mercado cambiarán y ya nada será igual.
“¿A dónde nos llevará esto?”, pregunta Gabriel Sosa Plata, catedrático de la UAM. Él mismo responde: “Sin duda, tendría consecuencias en lo que es la pluralidad política y en la diversidad cultural. Evidentemente, esto llevaría a que hubiera un mejor ejercicio de la libertad de expresión y del derecho a la información. Así debería ser, pero tampoco nadie lo puede garantizar”.
LAS TENDENCIAS
Todo indica que llegará el momento en el que expire la televisión gratuita –lo que suele llamarse como la televisión abierta– y todo acceso a una señal audiovisual tendrá que pagarse.
La televisión abierta, basada en las frecuencias UHF y VHF, comenzó a difundirse en agosto de 1950 en México y a partir de entonces se convirtió en un bastión de la fuerza hegemónica en el mundo mediático nacional: Televisa.
El predominio de la televisión abierta durante casi medio siglo fue consecuencia de la falta de desarrollo de otras tecnologías para transmitir señales audiovisuales como son las que utilizan el cable, las microondas, el satélite y el protocolo de internet.
Las primeras redes de televisión por cable comenzaron a instalarse desde una época relativamente temprana –los años 60–, aunque su uso estuvo limitado durante décadas a lugares para difícil acceso para la señal abierta y para sectores de la población de ingresos altos.
Sin embargo, desde hace 20 años, se ha extendido la oferta de servicios de televisión de paga en tres vertientes: en el caso de la diversificación de las tecnologías de acceso, en el número de empresas proveedores de la conexión y en la cantidad de señales audiovisuales –canales o networks– que se producen solamente para el segmento de paga.
Si bien en sus inicios el servicio de paga se circunscribió al cable –lo que dio pie al nacimiento de empresas como Cablevisión, del Grupo Televisa–, a finales de los años 80 irrumpió la tecnología que utiliza la señal de microondas, que en términos técnicos se conoce como MMDS y que permitió la formación de empresas como MVS Multivisión.
La aparición de esta nueva alternativa ya prefiguraba el auge de los servicios de paga, lo que más tarde se fortaleció con la oferta del servicio de televisión satelital, que en el país comenzó en 1994 y que tuvo en DirecTV y Sky –también de Televisa– a sus firmas fundadoras.
De acuerdo con la estimaciones de Francisco Silva, de Deloitte, en 2007, el mercado de la televisión de paga se tasaba, en promedio, en los 1,900 mdd. Ahora, presume, ronda los 2,200 mdd. ¿Por qué no ha sido tan exponencial el crecimiento? Por el precio. “Ante el nivel de ingresos que tenemos en México, el precio ha sido el principal obstáculo que ha impedido un mayor nivel de penetración. Está creciendo, pero el paso no es tan grande”.
Pero las cosas están cambiando y no resulta descabellado pensar que el ocaso de la televisión abierta está más cerca de lo que se piensa. La llegada de más jugadores está abaratando el servicio y, simultáneamente, México se encuentra ante el umbral de una nueva alternativa: la provisión de servicios audiovisuales utilizando el protocolo de internet, lo que implica la posibilidad de brindar el servicio de acceso a las señales de paga por medio de esta red.
De acuerdo con un reporte del Lamac, 138,000 hogares (0.5% del total) ya recibe este servicio. En el caso de internet, es posible que a la postre se consolide un modelo mixto en el que sobrevivan señales o programas gratuitos y los de paga. Además, junto con las tecnologías de acceso se ha vivido el auge y la explosión en la oferta de las señales diseñadas para la televisión de paga.
Dicho esto, se prefigura, poco a poco, el fin del predominio de Televisa y de TV Azteca y el comienzo de una nueva era donde estas empresas tendrán que compartir el pastel de la audiencia con nuevas fuerzas empresariales. Técnicamente, la competencia en abierto ha sido prácticamente inexistente, pero la proliferación de opciones técnicas para transmitir señales privadas parece estar modificando la situación.
Así, “El Canal de las Estrellas” podría ver cómo se erosiona su audiencia, que por años mantuvo, ante la creciente preferencia que registran Warner Channel, Fox y Sony Entertainment. En otro segmento, Discovery Channel y Disney Channel, entre otros, ya compiten por atraer la atención del público infantil que ha monopolizado el Canal 5 y, más recientemente, el Canal 7. Una proyección más: los derechos de un equipo de futbol mexicano podrían estar en manos de un canal de cable, ya que el predominio del duopolio en el segmento deportivo estaría por perder influencia ante el avance de opciones como ESPN y Fox Sports.
EL NUEVO IMPERIO
Ahí viene, entonces, la reconfiguración del mercado y, ante eso, los principales jugadores del sector –que siguen manifestando su resistencia al cambio– han empezado a mover sus fichas para retardar la revolución y para extender su poder hacia los nuevos nichos del negocio.
Aquí, un poco de contexto:
En octubre de 2006, la SCT aprobó el Acuerdo de Convergencia, que no solamente contempla el acceso a los servicios audiovisuales de paga, sino al triple play, es decir, a la oferta multiservicios que combina la posibilidad de que el mismo proveedor brinde el acceso a internet, a la telefonía y a la televisión de cable. Por otra parte, y de manera más reciente, la aparición de un competidor –Dish México– en el segmento de la televisión satelital, que controlaba monopólicamente Televisa desde 2004, ha abaratado el costo de este servicio, lo que favoreció la expansión de los suscriptores a esta opción aún en medio de la fuerte crisis que ha vivido la economía mexicana desde finales de 2008.
De esta forma, en la última década, la tasa de crecimiento de los servicios de televisión de paga fue de 10% y la penetración se duplicó, de acuerdo con la información más reciente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones. Si hace 10 años se registraban 3.2 millones de abonados, la cifra llegó hasta 7.9 millones al término de 2009.
Ante este comportamiento del mercado, los grandes jugadores del sector han registrado un punto de inflexión y muchos de ellos, lejos de amilanarse, han tomado oxígeno para enfrentar los nuevos tiempos y, de hecho, están decididos a cooptar los formatos del negocio que ya están capturando la atención del cliente. Ante ello, la ampliación de la oferta se ha acompañado de un proceso de concentración –en el caso de los proveedores del servicio– lo que ha llevado a una centralización en dos grupos.
Por un lado se encuentra Megacable, que tiene un portafolio de 1.5 millones de suscriptores en sus servicios de video –vía cable– que se extienden por varias ciudades del país y que tiene como principal concentración urbana a Guadalajara. Televisa, por su parte, además de Cablevisión en el DF, adquirió el control de Cablemás y la mitad de las acciones de Cablevisión Monterrey. El consorcio ha asegurado su presencia como proveedor multirregional del servicio destacando en las ciudades de México y Monterrey; además, mantiene un parque de 1.8 millones de suscriptores de televisión por cable, a los que habría que añadir los 1.9 millones de abonados a su servicio de televisión satelital Sky.
De esta manera, Televisa es la fuerza que más ha avanzado en el terreno de ofrecer la conexión al servicio de la televisión de paga desde que se emitió el citado Acuerdo de Convergencia. ¿Se trata de una estrategia deliberada ante el futuro marchitamiento de la televisión abierta?
Pese a todo han aparecido competidores que pueden llegar a disputar porciones importantes del mercado. Dish México –fruto de la alianza entre la estadounidense Dish Network y MVS Comunicaciones– inició la oferta de sus servicios de televisión satelital a finales de 2008 y en la actualidad es posible que su base de clientes sea cercana al millón de hogares, aunque a decir verdad la empresa nunca ha revelado sus cifras oficialmente.
Por otro lado, y aunque el gobierno mantiene en vilo la irrupción de Telmex como proveedor de triple play, la telefónica ya ofrece el servicio de telefonía y de acceso a internet, pero las autoridades no han modificado su título de concesión para que también pueda ofrecer la televisión de paga. Paradójicamente, Telmex y su hermana América Móvil se han consolidado como uno de los más importantes proveedores del servicio de acceso a la televisión de paga en América Latina, algo que no puede ofrecer a sus clientes mexicanos.
Un eventual entrada de Telmex a este mercado podría disparar su crecimiento. Tan sólo considérese que si se mantuvieran las tasas actuales de expansión, en una década todo el país estaría cubierto por la televisión de paga. Se firmaría, en consecuencia, el acta de defunción de la televisión abierta.
En ese mismo sentido, el cambio tecnológico –algo que nadie parará– será el tiro de gracia para la televisión que hoy se conoce.
Durante medio siglo, el protocolo de transmisión de señales de televisión se realizó bajo un formato analógico, pero desde hace algunos años varios países han iniciado el tránsito hacia la televisión abierta digital, que cuenta con una jugosa ventaja: reproducir bajo un mismo canal varias señales de televisión.
En México esta transición llegará tarde, pero llegará. Se prevé que “el apagón analógico” se registre en 2021, cuando todas las estaciones estarán transmitiendo bajo el formato digital. Visto en retrospectiva, y luego de que varios países de Europa y EU ya han caminado hacia esa dirección, México será un país atrasado.
De esta forma, y pese a todos lo retrasos en el avance de la televisión digital, es muy posible que a la postre la disputa por la posesión de las redes de transmisión se traslade a la producción de contenidos y a la búsqueda afanosa de atraer a un auditorio que se fragmenta. La razón es sencilla: cada día existen más formas de tener acceso a las señales audiovisuales.
Ante eso, Francisco Silva, analista de Deloitte, sostiene que la fuerza del mercado obligará a las autoridades a acelerar el “apagón”: “Creo que 2021 está muy lejos y que el gobierno tiene que traerlo antes. La penetración de la televisión digital sí está creciendo en forma importante y creo que sí vamos a ver un anticipo en cuatro o cinco años del apagón analógico. No creo que aguantemos a 2021”.
EL SUCESO EXTRAORDINARIO
Bajo estas perspectivas se abre un momento luminoso. Algo que en la mente de los políticos siempre ha estado, pero que jamás se han atrevido a ejecutar. Las nuevas tendencias de consumo darán paso a un hecho no explicable por las leyes de la política y que parecía sobrenatural: la competencia en este sector de las telecomunicaciones, la guerra por los contenidos, el amplio abanico de ventanas para darle rienda suelta a la expresión.
De acuerdo con el cristal de los analistas, la variedad de espacios para hacer y ver televisión será muy amplia y ello permitirá la difusión de mensajes y análisis de todo tipo, buenos y malos, pero que finalmente impulsarán la maduración de la opinión pública y promoverán la cultura democrática que tanto se necesita. En pocas palabras, el milagro se hará gracias a las exigencias del mercado.
Esto si prospera, significará el fin o reconfiguración absoluta del “monopolio de las conciencias” –como los catedráticos llaman a la televisión abierta– y que durante décadas ha estado en poder de muy pocas manos. En sus inicios, en las familias Azcárraga, Alemán y O’Farrill. En la actualidad, en los Azcárraga y Salinas Pliego.
Además, si este escenario aterrizara, la campaña por una tercera, cuarta o quinta cadena de televisión se mantendría, pero para los términos de los clientes ello ya resultaría un poco irrelevante. De esta manera, la televisión cambiaría de piel y tendría la oportunidad de recuperar el espíritu que le dio origen: ser un eslabón para desarrollar la cultura popular, el tejido social y el imaginario colectivo.
La tecnología puede lograr lo impensable. Por lo pronto, los canales abiertos ya enfrentan una feroz batalla de los canales por cable. Además, otro elemento importante es el abaratamiento relativo de los servicios de televisión de paga, al grado de que sus precios han evolucionado sistemáticamente por debajo del ritmo de la inflación, lo que la convierte en una opción cada más accesible.
Por si no bastara, existe un cambio en los patrones de consumo de la población, sobre todo de la más joven que comienza a darle la espalda a la televisión abierta. Así las cosas, el cambio tecnológico, los precios a la baja y las modificaciones en los hábitos de la audiencia, al parecer, lograrán finalmente alterar el equilibrio de poderes en el mercado de las señales audiovisuales.
Pero, cuidado, el terreno no está lleno de flores. Y, quizás, sea necesario no echar las campanas al vuelo y no caer en la ingenuidad. Hoy, en el mercado de la televisión de paga existe la tentación del poder hegemónico.
Al respecto, Gabriel Sosa Plata, de la UAM, asegura que los jugadores del sector no están pensando en función de las necesidades de la audiencia, sino para preservar sus cotos de poder. Es decir, están maquillándose para salir a escena con una fisonomía distinta, pero con sus intereses de siempre. “El gran problema en el país es que algunos de estos medios han actuado más por intereses políticos o de grupo, que por la sociedad. Deberían ser empresarios con una visión democrática o plural. Está bien que el medio es para hacer negocio, pero deberían tener una función social importante”.
Otro reto será equilibrar la competencia en la búsqueda de los derechos de ciertos eventos. El ejemplo más claro es el del futbol profesional, donde la dupla Televisa-TV Azteca monopoliza los derechos de la selección nacional y de la transmisión de prácticamente todos los partidos de la primera división profesional. En ese sentido, quizá no está lejano el día en que las Chivas del Guadalajara, eterno rival del América –el equipo emblemático de Televisa–, firme contrato con una cadena que solamente transmita sus partidos en la televisión de paga.
La apuesta es ambiciosa: que el desarrollo de la televisión de paga y su consecuente diversificación de señales permita –potencialmente– florecer diversos puntos de vista y diferentes opciones de información y entretenimiento para el consumidor audiovisual. El tiempo, finalmente, definirá si esta apuesta ubica en el centro de los reflectores al televidente o si los poderes de hoy se perpetúan.
1 comentario:
LO ÚNICO QUE NOS FALTABA CON EL DUO DINÁMICO DE PENAZCARRAPANGUEROS
NO CABE DUDA RASCA Y HUELE PERO ESTO HUELE A MIERDA HIJOS DE SUACHICHEIRODOSAMANTESPUTOATEIROS, YA QUIERO VERLOS DE LA MANGUERA DE LOS BOMBEROS, RATA DE DOS PATAS, TE ESTOY HABLANDO A TI, PROMETETES Y PROMETETES Y NADA, HAY QUE PENA DEL HIJO DE TITINO, ¿POR QUÉ DEL TITINO?, SHALE PUS POR LO DEL NIETO, HA Y UN SALUDO DE LA PORRA, DIGO DE LA PERRA BRAVA, TITITITITITITITITITI
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