Manuel Bartlett celebró ayer con enorme sonrisa su triunfo en la Suprema Corte sobre el ex líder del PAN, Germán Martínez. ¡Estaba eufórico él solito a mitad del salón de sesiones!
Había que ver al ex secretario de Gobernación en esos momentos. Seguía palabra por palabra lo que cada ministro arguyó ante el proyecto –a su favor– presentado por el ministro Juan Silva Meza. Parecía que con ello la historia lo absolvía…
Pero no, no era para tanto; aunque de paso les ganó en la suerte al hoy secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont y al propio Presidente de la República, Felipe Calderón, con la votación otorgada por la mayoría de los ministros:
“¡Eché abajo todo su escudo…!”
Y ahora, Germán Martínez habrá de ser sancionado por daño moral. Por dolo y mala fe, según nos explica Bartlett.
¿De qué estamos platicando?
Esta es una historia que comenzó hace casi cuatro años, cuando Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador estaban en plena campaña por la Presidencia de la República y Roberto Madrazo parecía haber perdido toda oportunidad.
Se alzaron entonces voces de políticos e intelectuales llamando al voto útil a favor del PAN. Bartlett salió a contrapelo demandando el voto útil para el PRD, por el Peje. Aquello irritó al entonces diputado Germán Martínez y representante del PAN ante el IFE.
Faltaban unas semanas para la elección y en una discusión en el IFE a propósito de la visita que había hecho el ex Presidente español José María Aznar en la que manifestó su apoyo por Calderón, se hicieron de palabras el perredista Horacio Duarte y Germán. Y ahí, sin venir realmente a cuento, Germán Martínez acusó a Bartlett de ser el artífice del fraude del 88 y de ser el presunto autor intelectual del asesinato del periodista Manuel Buendía.
Manuel Bartlett, senador de la República cuando el exabrupto de Germán en el IFE, le pidió al panista que probara sus dichos y además lo demandó por la vía civil de daño moral.
El proceso en distintas salas de justicia del Distrito Federal fue largo y no prosperó gracias a la defensa integrada por el penalista Fernando Gómez Mont, hoy secretario de Gobernación. El Tribunal Superior de Justicia determinó que Martínez no podía ser juzgado porque contaba con fuero al momento de hacer sus comentarios.
Bartlett promovió un amparo y así llegó esta historia hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y la discusión de fondo sería si había límites o no, a las opiniones que pudieran emitir diputados y senadores en actividades ajenas a su función legislativa.
La discusión en el pleno fue interesantísima, larga, hasta que los ministros resolvieron que los legisladores sí pueden ser demandados y sometidos a juicios civiles por daño moral, por las opiniones que emitan y que afecten a terceros, cuando no estén ejerciendo actividades o funciones relacionadas con su cargo.
Es decir, cuando viertan opiniones en funciones ajenas a su labor legislativa, no gozan de la protección que les otorga la Constitución.
Y en el caso de Germán Martínez, por ejemplo, sus dichos los hizo como representante del PAN ante el IFE y no como diputado.
Así que don Germán Martínez habrá de recibir su sanción. Mal y de malas el panista.
Bartlett, en cambio, no para de celebrar: “¡Hice chuza!”.
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