viernes, 22 de enero de 2010

Rescate bancario en México y en EEUU

Gregorio Ortega Molina

January 22, 2010

Siempre pensé que las asimetrías que harían difícil, si no imposible, la integración entre México y Estados Unidos –omito deliberadamente a Canadá- exigida por el Tratado de Libre Comercio, únicamente eran de orden educativo, técnico, legal, jurídico y constitucional. Estaba equivocado, nunca consideré las que de verdad harán imposible la integración a la manera de la Comunidad Económica Europea. Me refiero a las asimetrías humanas. Los europeos son semejantes; los mexicanos y los estadounidenses somos tan diferentes como los orientales y los occidentales; tan irreconciliables como los musulmanes que deforman su percepción de la realidad religiosa para justificar el terrorismo, y los prelados católicos que esconden sus debilidades y perversiones sexuales debajo las sotanas y entre las piernas.

Los desniveles entre unos y otros de nuestros políticos y sus diversas percepciones de la realidad, azoran y causan vergüenza. Veamos. Aquí, hace 15 años los gobernantes mexicanos del PRI, solapados y en connivencia con los de Acción Nacional, idearon la manera de saquear el ahorro de los mexicanos honorables, dejar en la impunidad el medro y el fraude cometido por los neobanqueros y sus cómplices, y esclavizarnos con pago puntual de los recursos obtenidos por el pago de los impuestos, a un rescate bancario de quien no se solidarizó ni se solidariza con México.

Para colmo, ese rescate bancario ahora se paga a banqueros de otras naciones, porque los casa bolseros que se beneficiaron de la reprivatización tampoco quisieron solidarizarse con su país y vendieron a casas españolas, a Estados Unidos, a matrices inglesas; es decir, el gobierno mexicano los rescató con recursos fiscales que todavía se abonan, pero que ahora enriquecen las economías de las naciones de las matrices cuyas filiales operan en México y, para mayor desgracia, al hacerse esas operaciones ni siquiera se pagaron impuestos que debieron integrar al SAT los vendedores de lo que no quisieron conservar. El caso más emblemático es el de Banamex-Citybank.

Aquí las asimetrías, porque nuestros políticos están urgidos de integrarnos a Estados Unidos, de insertarnos en la globalización, de ponernos al umbral del Primer Mundo, pero los primeros que no tienen los conocimientos, la ética, la moral y las agallas suficientes para comportarse como algunos de los más destacados líderes, son nuestros empequeñecidos gobernantes, quienes no tienen idea, no encuentran los arrestos ni las palabras suficientes para, como Barack Obama lo hizo apenas el 14 de enero, denunciar las ganancias y obscenos bonos de Wall Street, y anunciar una propuesta para imponer una cuota sobre las principales empresas financieras del país, a fin de recuperar miles de millones de dólares para las arcas públicas, que se fueron para el rescate financiero.

Las palabras de Obama: “Mi determinación para lograr este objetivo se intensifica cuando veo informes de ganancias masivas y bonos obscenos en algunas de las mismas empresas que le deben su existencia continua al pueblo estadounidense”; el objetivo no pretende “castigar”, sino “prevenir el abuso y el exceso que casi causó el colapso de muchas de estas empresas y del mismo sistema financiero”.

La soberbia de esos barones del dinero, de esos dueños del poder fáctico más importante y menos ideologizado, creció y crece en la medida en que en países como México no se hizo nada para impedir el saqueo desde 1995, al menos, y no se hará nada para frenarlo. Esa actitud de Ernesto Zedillo es lo que explica su deseo de vivir en Estados Unidos y continuar siendo empleado de quienes lo contrataron para servirse de él cuando era presidente de México.

Las asimetrías visibles, las que pueden corregirse, se arreglarán; las que no se ven, las ocultas dentro de las pretensiones, las razones y las almas de los gobernantes, no tienen arreglo alguno.

No debe entonces asombrarnos que la Secretaría de Desarrollo Económico del gobierno del Distrito Federal, informe que en los primeros 15 días de enero hasta 60 por ciento se incrementaron los precios de la canasta básica. La codicia es insaciable.

Todos quieren ser ricos. ¿Por qué? ¿Se lo ha preguntado? Por el poder, claro está. Pero sobre todo porque la riqueza te sustrae al juicio inmediato, te hace diferente a la multitud que usa el metro para encerrarte en una carrocería de diseño, te aísla en jardines ajenos al público, en trenes con gabinetes de lujo. La riqueza, querido amigo, no es todavía la declaratoria de inocente, sino la suspensión del juicio, algo bueno a considerar…”, así describiría a muchos de nuestros políticos Albert Camus.

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