miércoles, 27 de enero de 2010

La voz de los gobernadores

Martha Anaya

January 27, 2010

Once y media de la mañana, los gobernadores van llegando al Senado. El seminario sobre la Reforma Política sigue su curso ante un auditorio que llena el patio central de Xicoténcatl.

Aguardan de pie en el patio para tomar sus lugares en la mesa. Dos semicírculos se formaban entre los del sol azteca: en uno, Carlos Navarrete, Amalia García y Arturo Núñez; en otro, Marcelo Ebrard, Silvano Aureoles y Graco Ramírez. Parecían jugar en dos equipos diferentes.

La zacatecana ha rechazado dar entrevistas a su ingreso al lugar. La persiguen los líos por la designación del candidato a gobernador de su partido y la posible alianza entre el PRI y el PT. Ni Tomás Torres (suspirante a la gubernatura), ni el ex gobernador de Zacatecas, Ricardo Monreal están presentes en el evento.

Nos acercamos a Amalia. Niega que existan problemas para el PRD en su estado con esta frase: “Noooo, puro humo….”

Sonríe y añade: “Yo siento que la gente está muy contenta y las encuestas son muy sólidas”.

Navarrete enfila hacia Jorge Alcocer y le bromea: “¡Estoy frente a un clásico al que todo mundo cita!” ríen y se abrazan.

El veracruzano Fidel Herrera sigue asediado por los periodistas. Aún no logra llegar al patio. En cambio el sonorense Guillermo Padrés y el morelense Marco Antonio Adame llegan si mayor problema.

Algunos de los asistentes que colman el sillerío en el patio de Xicoténcatl hojean la síntesis de prensa sobre lo acontecido el lunes. Los calificativos a la iniciativa enviada por Felipe Calderón –expresados por parte de la mayoría de los especialistas el día previo– iban y venían entre página y página:

Radical”, “excesiva”, “contradictoria”, “promueve la concentración del poder”; “diseño para reforzar el autoritarismo”, “hecha a la ligera”, “parte de diagnósticos equivocados”; trae propuestas “parciales”, “autoritarias”, “excluyentes”, “convenencieras”; se pretende “un salto al legislativo”, “legislar a sus espaldas”.

Pero tocaba la hora de escuchar a los gobernadores, lo que pensaban sobre las iniciativas de reforma política –especialmente la de Calderón– y su impacto en el federalismo.

Los panistas, como era de esperarse, salieron a defender la propuesta del Presidente de la República. El sonorense, de manera muy general y sin mayor chiste, apelaría a la ciudadanización, “a reencontrarnos con el hilo conductor que es el ciudadano”.

Adame lo haría mejor y llamó, más que a los estudios de gabinete, a “la voluntad política” para lograr esta reforma. “No tengamos miedo a perder controles”, demandó.

Por el lado del PRI, Fidel Herrera hizo sonreír con algunos de sus dichos — “¡Nadie quiere una república de virreyes, pero tampoco de reyes!–, pero más bien se fue por las ramas.

En cambio, el sinaloense Aguilar Padilla bien que hizo su tarea. Habló de las vías en que ha corrido el federalismo en los últimos tiempos: la de los textos –muy bonita—y la de la realidad –con gran vocación centralista–. Y de ahí se siguió, puntualizando su opinión en algunas de las propuestas de la iniciativa presidencial.

Y por lo que toca al PRD, Amalia García se perdió en generalidades, que si la política, la antipolítica y la cuestión de géneros.

Marcelo Ebrard fue lo opuesto a su correligionaria. Preciso, directo y claro en lo que quería plantear: Que en la reforma política se incluya al Distrito Federal y se resuelva su estatus restituyéndole a los ciudadanos del DF sus derechos plenos: “Llama la atención que en una reforma política de gran envergadura no esté el Distrito federal”, apuntaría.

Manlio Fabio Beltrones, quien le escuchaba en primera fila, asentiría con la cabeza.

Pero el jefe de gobierno del DF añadiría otro calificativo a la iniciativa enviada por Calderón: “Inconexa” Y de ahí desmenuzaría punto por punto el por qué la consideraba así, además de señalar las inconsistencias argumentales que padecía. Por ejemplo, planteó:

-¿Por qué serían los argumentos a favor de la reelección válidos en el nivel de los municipios y no a nivel del titular del Ejecutivo? O planteado de otro modo, ¿se quieren llegar en algún punto a la reelección del Ejecutivo Federal? ¿Por qué los argumentos de una cosa son distintos en otra?

-Si el argumento para reducir el Congreso es que son muy caros los diputados, ¡que se haga un ajuste del Presupuesto de la Cámara, si ese fuera el caso!.

No vengo a abogar porque no se haga nada –remataría Ebrard– , pero sí que reflexionen estos elementos.

Tal fue la voz de los gobernadores.

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