martes, 26 de enero de 2010

La confusión de las ideologías

Joel Hernández Santiago

January 26, 2010

En México, como en la obra de Stefan Zweig, está ocurriendo una “Confusión de los Sentimientos”; aquellos que ocultos no se pueden identificar y que a la vista parecen causar horror aunque formen parte de la naturaleza. O bien, quizá debiéramos recordar a Choderlos de Laclos en sus “Amistades Peligrosas” en donde el poder de seducción es de tal forma incisivo que va de la persuasión a la falta de identificación de los valores propios, a la destrucción y acaso a la muerte de una de las partes.

Y así, infinidad de ejemplos en los que la intersección de personajes, obras o ideologías de naturaleza contraria ‘pueden’ causar trastornos irreversibles a quienes forman parte de ella, o hasta su aniquilamiento.

Y sin embargo esto no quiere decir que no existan alianzas de este tipo o que no deban ser porque a fin de cuentas la naturaleza humana es variable, a veces incomprensible y hasta impredecible en circunstancias particulares.

Esto viene al caso por el debate que ha suscitado en México la alianza de partidos para competir por gobiernos estatales como es el caso de Hidalgo y Oaxaca. Ahí se han propuesto alianzas entre dos partidos mayores PAN –que se asume derecha- y PRD –que se asume de izquierda-, para competir por las gubernaturas de las entidades (aunque recientemente, en el caso de Hidalgo, los perredistas locales dicen que ‘lo van a pensar’).

Al principio, la sola idea de ver competir a dos partidos de doctrinas tan contrarias causa desasosiego, intranquilidad, acaso incomprensión o enojo entre diferentes integrantes de distintos partidos políticos y, sobre todo, a un partido en general: el Revolucionario Institucional.

Naturalmente a este último le ha indignado la sola idea de que pudieran asociarse dos institutos políticos con los mismos que en otras ocasiones él mismo se ha asociado y ha negociado a la vista o en lo obscurito, como si fuera propietario único e indivisible de esa posibilidad de alianzas. Y es que, por si no ha quedado claro, este tipo de coaliciones que proponen PAN y PRD están hechas para echarle a perder la fiesta de los triunfos que vienen cantando desde julio del año pasado cuando el PRI obtuvo mayoría y ya se enfilaban a la presidencia en 2012.

En todo caso ¿Son o no legítimas estas alianzas políticas entre partidos políticos adversos para luchar en contra de otro también contrario?

Ahí está el secreto de la situación. Para empezar son ellos mismos, los partidos políticos, quienes se definen como diferentes o adversos en su doctrina e ideología en un sistema de partidos a la mexicana. La pregunta es ¿en dónde radica esa diferencia entre partidos políticos mexicanos? Y más aún: ¿existe de veras un sistema de partidos en México? Un sistema en donde los partidos políticos, cada uno, sean eso: interlocutores entre la sociedad y el gobierno para defender una línea de pensamiento claramente identificada, para defender un proyecto de país, un proyecto de nación y con un gobierno cuya finalidad es dar su tono y forma al país o a la entidad que quiere gobernar.

¿Pasa eso en México? No.

No ocurre porque ese sistema de partidos soñado no existe en tanto no hay una definición ideológica clara entre cada uno de esos partidos, porque en lo que va de la alternancia del 2000 a la fecha no ha ocurrido un cambio sustantivo entre aquellos setenta años y la llegada del PAN al gobierno y la del PRD a la de la capital del país. Porque los partidos políticos mexicanos son entidades que aglutinan a buscadores del poder para obtener canonjías y beneficios propios sin tener que retribuirlos a la sociedad que se los otorga.

Es muy sabroso para cada uno de sus cupulares sentirse poderosos, llegar a cualquier lugar y ser saludados, sonreídos, acariciados y apapachados por quienes quieren un poco del ungüento de poder… Mientras tanto, la sociedad mexicana sigue luchando por sí misma, para sobrevivir en un país en donde ellos, los partidos políticos, que es decir sus dirigentes, no hacen absolutamente nada por entender la situación y por garantizar esos cambios tantas veces prometidos. ¿Qué en el Congreso están nuestros representantes? ¿De veras?

¿Cuál es la particularidad ideológica expresada en gobierno, en obra, en empleo, en educación, en salud, en trabajo, en cuestiones obreras y campesinas o de servicios entre el PRD del D.F., y el PAN nacional? ¿En verdad existe una diferencia notable ahí? ¿El país ha crecido en términos económicos –a pesar de la crisis-pretexto de estos días— a lo largo de los años recientes en el país? ¿Ha crecido y se ha fortalecido en el DF en donde se vive en absoluto abandono de autoridad alguna que ponga en orden al caos que vivimos aquí?

La salud de nuestra democracia es precaria precisamente porque no contamos con un sistema de partidos. Si, contamos con grupos antagónicos en la lucha por el poder, pero todos ellos en la misma tesitura hedonista: la lucha por el poder; no es una lucha por la Nación y su mejoría…

En todo caso ¿por qué se espantan cuando se unen el PAN con el PRD si a fin de cuentas encontramos que ni la derecha ha sabido ser derecha ni esa izquierda que dice representar el PRD es izquierda, frente a un partido que lo mismo es neoliberal que socialdemócrata…

Son, pues, viables esas alianzas en esas condiciones: si, lo son, mientras en México la democracia sea una aspiración y no una realidad, mientras los partidos políticos no sustenten una ideología firme y definida y definitiva y no nos cuesten tanto dinero y nos den tan poco a cambio en tanto que ‘vamos viviendo ya de sus mentiras’.

jhsantiago@prodigy.net.mx

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