Lo estrecho y largo de esta callejuela que no tiene salida, pudiera ser la razón por la que al pueblo le dio por llamarle con este curioso nombre. (1) Sin embargo, la leyenda cuenta otra cosa de este callejón, luego denominado de Dolores, que desemboca todavía en la ancha avenida que hoy conocemos como Juárez, justo enfrente de la Alameda. (2)
Dícese que a fines del siglo XVI embarcáronse rumbo a Veracruz dos pasajeros oriundos de la española ciudad de Toledo. Se trataba de un anciano caballero apellidado Olivares que, preocupado por la fiebre de amor de la que había enfermado su hermosa hija Inés, se había empeñado en alejarla para siempre del hombre que la habla puesto en tal estado.(3) Don Gaspar de Astorga se llamaba y era influyente y muy rico, sobrino del cardenal don Diego de Astorga, Arzobispo de Toledo.
Llegaron padre e hija al puerto jarocho a hospedarse en casa de uno de sus parientes. Resultó que por ahí rondaba don Melchor Lazo, capitán del ejercito mexicano, al que un historiador describe como "hombre de muchos atractivos, de ingeniosa charla, que distraía con historietas y anécdotas frívolas a quienes le escuchaban". (4)
Cuenta además que la doncella toledana no era muy brillante y sí muy impresionable. No pudo resistirse a los encantos del joven militar y de él quedó prendada, al fin y al cabo estaba más cerca que su antiguo novio español del otro lado del Atlántico, ¿no es cierto?
Pero héte aquí que, por azares del destino, don Gaspar llegó a la capital de la Nueva España -donde los Olivares se habían avecindado- a encargarse de los negocios de su tío. Vino muy recomendado, incluso por Felipe V, el monarca español en turno y por ello fue recibido con honores por el virrey don Francisco de Alencastre, duque de Linares y marques de Valdefuerte.. Frecuentaba a la crema y nata de la sociedad novohispana y era el invitado de honor de todas las fiestas y saraos, donde hacia derroche de gentileza y galanura.(5)
Disfrutaba así el varón de Astorga de la vida en la colonia cuando un día que salía de misa reconoció entre la multitud a la bella dona Inés, a quien el tiempo no había logrado borrar de su memoria. Se le iluminó la cara y con el corazón a punta de salírsele del pecho, se acercó a ella ilusionado y presto a reiterarle su amor más encendido.
Más la dama lo paró en seco, participándole que era prometida de otro hombre con el que pronto contraería matrimonio y partió altiva alejándose. Más miserable no pudo sentirse don Gaspar cuando escuchó estas nuevas y a partir de entonces espiaba hasta el mínimo movimiento de su amada, tramando cómo recuperarla. Al enterarse un día que se había citado a las seis de la mañana con el capitán que se la había arrebatado, se apostó a la entrada de la calleja en que vivía. Salió muy emperifollada y de prisa y él le impidió el paso. Pidióle ella que le dejara pues tarde se le hacia. El toledano empeñado en que fuera suya negóse.
- Dejadme, dejadme -imploró otra vez la doncella-, mi amado me espera.
Don Gaspar, enceguecido por la ira y el despecho, le clavó en el pecho su espada.
Exhalando un grito cayó muerta la dama y su asesino, impávido, al retirarse exclamó:
-Allá aguarda tu novio, ¡sal si puedes doña Inés!
NOTAS
1. Varios autores, “Callejón de Salsipuedes “ Tomo II, p.153
2. Peza, Juan de Dios, Leyendas Históricas, Tradiconales y Fantásticas de las Calles de la Ciudad de México, México, Editorial Porrúa , Colección “Sepan cuántos… “, núme 557, 2006 p.73
3. Varios autores, “Callejón de Salsipuedes “ Tomo II, p.154
4. Varios autores, “Callejón de Salsipuedes “ Tomo II, p.154
5. Varios autores, “Callejón de Salsipuedes “ Tomo II, p.155
* Mitos y Leyendas de México, Editorial Ambar Diseño – octubre 2009
Testimoniar el día a día en todos los ámbitos de la vida nacional de México y el mundo ...
sábado, 16 de enero de 2010
El Callejón de Salsipuedes
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