lunes, 2 de noviembre de 2009

Para eso está

Jacobo Zabludovsky
El Universal
02 de noviembre de 2009

Pasa lo que en el vodevil francés: todo París lo sabía, todo París, menos él.

Esa mañana, al despertar después de una noche de sueño inquieto, se dio cuenta de que se había convertido en un enorme descubridor de la evasión de impuestos por parte de algunos viejos conocidos suyos. Llegó a Vallarta y les reveló su sueño: “Y si esto es obligado para las empresas que más ganan, es más obligado todavía para las empresas que más ganan y que rara, rara vez pagan impuestos en el país”. El señor Calderón sabe de quiénes habla porque una de sus obligaciones es saberlo. Pero, por si las moscas, puede recurrir a la hemeroteca y consultar EL UNIVERSAL del jueves: “Hace dos semanas el Servicio de Administración Tributaria informó que 400 grandes consorcios, amparados en el régimen de consolidación fiscal, tributaron en 2008 una carga de ISR menor a 2% en promedio”.

El truco mejor conocido como “consolidación fiscal” consiste en que una empresa próspera compra otra con pérdidas y consolida los resultados, demostrando que no hubo utilidad gravable. Aunque es legal, su obvia intención de defraudar al fisco convierte la operación en un delito grave.

Es un procedimiento común desde hace años. Esta semana el señor Calderón se enteró, que esa es una de las chapuzas que permiten a las grandes empresas tributar sólo 1.7% de su utilidad gravable. Y montó en cólera, provocando la de quienes lo ayudaron a llegar a Los Pinos que le dijeron de todo, sin llegar a calificarlo públicamente de ingrato. No tardan, si terquea en su novedosa postura.

Las ventajas fiscales de los ricos y poderosos han sido denunciadas con nombres y apellidos, lástima que el denunciante más tempranero sea Andrés Manuel López Obrador, fuente en la que no bebe don Felipe. En la misma hemeroteca puede pedir que le busquen lo dicho por el otro presidente el 3 de septiembre en Mexicali: “Sostengo que los grandes empresarios y banqueros no pagan impuestos. Las empresas favorecidas son, entre otras, Cemex, América Móvil, Kimberly Clark, FEMSA, Bimbo, Wal Mart, Televisa, BBV Bancomer, Banamex, HSBC, Banorte, Santander, Inbursa y los grupos Carso, México, Posadas, Maseca y Saba”. Sobre datos fidedignos publicados por la Bolsa Mexicana de Valores, López Obrador exhibió volúmenes de ventas y cantidades tributadas, cifras capaces de convertir en insecto a cualquier Samsa desmañanado.

Coincidentes las opiniones de ambos presidentes, vale preguntarle al de Los Pinos, cuyos chicharrones (se supone) truenan: si las empresas que más ganan nunca pagan impuestos, excepto rara vez, ¿por qué no las mete al orden? Para eso está. Habla como si fuera un ciudadano sin poder, que dice tarde y despacio lo que todos sabemos. Si alguno de nosotros pudiera recordarle al Presidente lo injusto de la tributación que ha aumentado la enorme riqueza de los menos y agravado la extrema miseria de los más, el señor Calderón le pediría pruebas, no quejas. Ahora él, que tiene las pruebas, se queja de las travesuras de quienes ya deberían estar de cara al rincón, pagando como cualquier hijo de vecino. De ahí precisamente, de Los Pinos, deberían salir las disposiciones para obligarlos a lo justo.

Ahí es donde debe mostrarse la voluntad política del Ejecutivo para lograr algo que todo el mundo espera, y no de ahora. Ha tenido tres años para hacerlo. Todavía puede. Falta que quiera.

Mientras el presidente Calderón lamentaba lo mal que se portan los ricos, se daba el primer paso para aprobar la ley que dispone una exención de 5 mil 600 millones de pesos a quienes resulten concesionarios de las nuevas bandas de frecuencia que serán tal vez el negocio del siglo. En Estados Unidos, claro que con otra dimensión demográfica, el gobierno obtuvo 13 mil 400 millones de dólares de los ganadores de la licitación. Los ricos mexicanos se harán más ricos, aunque rara vez paguen impuestos.

Un presidente de Estados Unidos, creo que fue Harry Truman, colgó en la pared de su oficina un letrero que afirmaba: “The buck stops here”, o sea, algo así como: “Hasta aquí llegó la carga, o la línea defensiva”, con la intención de dejar muy claro que ahí se tomaba la última decisión sin más posibilidad. Al reverso sólo había otra frase: “Soy de Missouri”.

Va siendo tiempo de que en este problema grave y complicado que es el de la tributación, del que depende en gran parte la vida de 40 millones de mexicanos miserables olvidados como siempre, alguien cuelgue en Los Pinos un letrerito con una sola frase al reverso, sirva o no sirva, para bien o para mal.

“Soy de Michoacán”.

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