Por Dr. Leroy
En el nuevo acuerdo se adoptaba la misma estructura del STERM y en este punto puso énfasis Galván considerando que era más importante la preservación de la vida autónoma de las secciones que quienes quedaran como líderes del sindicato; concluía también que el acuerdo era un triunfo indiscutible para su organización y para su corriente en lo cual. Veremos, cometía un error político que había de costarle su carrera.
Los dos puestos principales de la nueva organización: El Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de La república mexicana SUTERM, se repartieron entre Francisco Pérez Ríos (que quedo como secretario) y Rafael Galván al frente de la comisión nacional de fiscalización y vigencia.
La integración se puso en marcha mediante la fórmula de constituir direcciones paritarias en las secciones del sindicato, pero muy pronto se presentaron algunas irregularidades, la principal de las cuales se dio en la sección 106 de Puebla.
Como en otros lugares, en esta ciudad se presentaba el fenómeno de que la CFE incrementaba artificialmente los trabajadores del antiguo SNESC con objeto de que la dirección paritaria quedara en manos de este. Pero los trabajadores poblanos decidieron presentar batalla con la circunstancia de que los ex SNESC empezaron a hacer causa común con ellos lo cual originó que la dirección nacional tomara algunas medidas como la prohibición de recaudar cuotas extraordinarias aun cuando fueran acordadas en asamblea seccional.
En vista de que surgieron escollos Pérez Ríos decidió pasar por alto la integración en Puebla; pero los consejos regionales de las divisiones de oriente, centro y centro sur del ex STERM se reunieron en junio de 1973 en Cuautla para exigir al comité nacional que se cumpliera con el compromiso de integrar esa sección respetando la voluntad de los trabajadores. Debe hacerse notar que en estos momentos el propio Rafael Galván está apoyando las acciones de Pérez Ríos y externo censuras a la sección poblana por su actitud tal vez en dirigente stermista tenía conciencia de que a esas alturas todavía no podía enfrentarse con buen éxito a sus antiguos rivales o bien confiaba en que por medio de las formulas paritarias podía tener representación a nivel nacional.
En estas condiciones el SME rompe su silencio y se pronuncia a favor de los poblanos lo cual le vale la acusación de que estaba inmiscuyéndose en los asuntos internos del SUTERM.
Los rebeldes por su parte decidieron no acatar los llamados de Galván y celebrar el 7 de julio una asamblea durante la cual se efectuó la integración de las secciones, no obstante la oposición de los dirigentes del SNESC en Puebla, que trataron de impedir a los galvanistas la entrada a la asamblea. Se creó entonces un grupo llamado Acción Democrática Electricista ADE, al que podrían adherirse todos aquellos electricistas que desearan “construir una unidad sindical verdaderamente democrática y revolucionaria”, independientemente de su anterior militancia sindical.
La integración así lograda no fue reconocida por el comité nacional que por el contrario cito a una asamblea que debía conducir al mismo objetivo, acto que fue impedido por los trabajadores. El acto alto mando del sindicato conjuntamente con la empresa respondió concediendo permiso si goce de sueldo por tiempo indefinido a cinco trabajadores, todos ellos miembros del SNESC; seguidamente, suspendieron al secretario de acción social del comité ejecutivo nacional, Rigoberto Benítez, que era favorable a la postura de los poblanos y finalmente, se suspendió el pago de salarios a todos los trabajadores de la sección, “una agresión –se quejaban los perjudicados- que no fue intentada ni por los charros tradicionales a lo largo de todo el conflicto del STERM.
Finalmente después de varios infructuosos intentos de celebrar una asamblea en que el comité nacional intentaba que cada sindicato eligiera al 50 % de los representantes de la sección, el 3 de febrero de 1974 se logro llevar a cabo un acto en el cual se impuso la formula paritaria, con la consiguiente desmoralización entre las filas de los electricistas democráticos, que acusaban al dirigente de la sección 106 de haber claudicado en su lucha. Obviamente detrás de tal claudicación están las agresiones del comité nacional y de la propia empresa; la suspensión del pago de salarios no dejo de mermar la resistencia de los trabajadores poblanos. Y el prestigio de Galván había sufrido también un revés, del cual se recupera con posterioridad; su postura, por ejemplo, en la huelga de General Electric – cuando aún existía entendimiento con Pérez Ríos – le ayuda a hacer olvidar el tropiezo.
En efecto, durante el movimiento de los 3 mil trabajadores de la sección 49 del SUTERM, pertenecientes a la transnacional General Electric, Galván y Pérez Ríos volvieron a enfrentarse. Al revisar el contrato colectivo firmado con esa empresa, e3n junio de 1974, los lideres oficiales aceptaron condiciones que no satisficieron a las bases (19 % de aumento y 200 plazas para eventuales), por lo que se procedió a desconocer al comité ejecutivo a nombrar un nuevo, al tiempo que paralizaban a la fabrica. El sorpresivo movimiento no cedió ni ante la promesa de que se estudiaría la situación, entre otras cosas porque la representación destituida participaría en ese examen. Los demandantes exigían un 50 % de aumento y democratización de su organismo. La General Electric obviamente consideraba imposible conceder tal aumento, no obstante que sus utilidades habían sido altas.
Los trabajadores acusaban a su anterior comité de haber cometido varias irregularidades en la presentación y firma del contrato colectivo, entre ellas omitir la demanda de la semana de 40 horas y no haberlos consultados para la aceptación del contrato. En tales condiciones Galván dirigió un escrito al comité nacional en el cual reconocía las irregularidades y admitía que tanto la destitución del comité, como el nombramiento de uno nuevo había sido realizado sin ajustarse a las disposiciones legales… CONTINUARA…
En el nuevo acuerdo se adoptaba la misma estructura del STERM y en este punto puso énfasis Galván considerando que era más importante la preservación de la vida autónoma de las secciones que quienes quedaran como líderes del sindicato; concluía también que el acuerdo era un triunfo indiscutible para su organización y para su corriente en lo cual. Veremos, cometía un error político que había de costarle su carrera.
Los dos puestos principales de la nueva organización: El Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de La república mexicana SUTERM, se repartieron entre Francisco Pérez Ríos (que quedo como secretario) y Rafael Galván al frente de la comisión nacional de fiscalización y vigencia.
La integración se puso en marcha mediante la fórmula de constituir direcciones paritarias en las secciones del sindicato, pero muy pronto se presentaron algunas irregularidades, la principal de las cuales se dio en la sección 106 de Puebla.
Como en otros lugares, en esta ciudad se presentaba el fenómeno de que la CFE incrementaba artificialmente los trabajadores del antiguo SNESC con objeto de que la dirección paritaria quedara en manos de este. Pero los trabajadores poblanos decidieron presentar batalla con la circunstancia de que los ex SNESC empezaron a hacer causa común con ellos lo cual originó que la dirección nacional tomara algunas medidas como la prohibición de recaudar cuotas extraordinarias aun cuando fueran acordadas en asamblea seccional.
En vista de que surgieron escollos Pérez Ríos decidió pasar por alto la integración en Puebla; pero los consejos regionales de las divisiones de oriente, centro y centro sur del ex STERM se reunieron en junio de 1973 en Cuautla para exigir al comité nacional que se cumpliera con el compromiso de integrar esa sección respetando la voluntad de los trabajadores. Debe hacerse notar que en estos momentos el propio Rafael Galván está apoyando las acciones de Pérez Ríos y externo censuras a la sección poblana por su actitud tal vez en dirigente stermista tenía conciencia de que a esas alturas todavía no podía enfrentarse con buen éxito a sus antiguos rivales o bien confiaba en que por medio de las formulas paritarias podía tener representación a nivel nacional.
En estas condiciones el SME rompe su silencio y se pronuncia a favor de los poblanos lo cual le vale la acusación de que estaba inmiscuyéndose en los asuntos internos del SUTERM.
Los rebeldes por su parte decidieron no acatar los llamados de Galván y celebrar el 7 de julio una asamblea durante la cual se efectuó la integración de las secciones, no obstante la oposición de los dirigentes del SNESC en Puebla, que trataron de impedir a los galvanistas la entrada a la asamblea. Se creó entonces un grupo llamado Acción Democrática Electricista ADE, al que podrían adherirse todos aquellos electricistas que desearan “construir una unidad sindical verdaderamente democrática y revolucionaria”, independientemente de su anterior militancia sindical.
La integración así lograda no fue reconocida por el comité nacional que por el contrario cito a una asamblea que debía conducir al mismo objetivo, acto que fue impedido por los trabajadores. El acto alto mando del sindicato conjuntamente con la empresa respondió concediendo permiso si goce de sueldo por tiempo indefinido a cinco trabajadores, todos ellos miembros del SNESC; seguidamente, suspendieron al secretario de acción social del comité ejecutivo nacional, Rigoberto Benítez, que era favorable a la postura de los poblanos y finalmente, se suspendió el pago de salarios a todos los trabajadores de la sección, “una agresión –se quejaban los perjudicados- que no fue intentada ni por los charros tradicionales a lo largo de todo el conflicto del STERM.
Finalmente después de varios infructuosos intentos de celebrar una asamblea en que el comité nacional intentaba que cada sindicato eligiera al 50 % de los representantes de la sección, el 3 de febrero de 1974 se logro llevar a cabo un acto en el cual se impuso la formula paritaria, con la consiguiente desmoralización entre las filas de los electricistas democráticos, que acusaban al dirigente de la sección 106 de haber claudicado en su lucha. Obviamente detrás de tal claudicación están las agresiones del comité nacional y de la propia empresa; la suspensión del pago de salarios no dejo de mermar la resistencia de los trabajadores poblanos. Y el prestigio de Galván había sufrido también un revés, del cual se recupera con posterioridad; su postura, por ejemplo, en la huelga de General Electric – cuando aún existía entendimiento con Pérez Ríos – le ayuda a hacer olvidar el tropiezo.
En efecto, durante el movimiento de los 3 mil trabajadores de la sección 49 del SUTERM, pertenecientes a la transnacional General Electric, Galván y Pérez Ríos volvieron a enfrentarse. Al revisar el contrato colectivo firmado con esa empresa, e3n junio de 1974, los lideres oficiales aceptaron condiciones que no satisficieron a las bases (19 % de aumento y 200 plazas para eventuales), por lo que se procedió a desconocer al comité ejecutivo a nombrar un nuevo, al tiempo que paralizaban a la fabrica. El sorpresivo movimiento no cedió ni ante la promesa de que se estudiaría la situación, entre otras cosas porque la representación destituida participaría en ese examen. Los demandantes exigían un 50 % de aumento y democratización de su organismo. La General Electric obviamente consideraba imposible conceder tal aumento, no obstante que sus utilidades habían sido altas.
Los trabajadores acusaban a su anterior comité de haber cometido varias irregularidades en la presentación y firma del contrato colectivo, entre ellas omitir la demanda de la semana de 40 horas y no haberlos consultados para la aceptación del contrato. En tales condiciones Galván dirigió un escrito al comité nacional en el cual reconocía las irregularidades y admitía que tanto la destitución del comité, como el nombramiento de uno nuevo había sido realizado sin ajustarse a las disposiciones legales… CONTINUARA…
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