miércoles, 18 de noviembre de 2009

Deplora JEP el "pan cotidiano" de sufrir la violencia extrema

El escritor mexicano recibió el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2009

El galardón lo confirma como un clásico vivo de la literatura contemporánea

Vivo en medio de un conflicto bélico sin esperanza de victoria, manifestó en Madrid

Pablo Espinosa y Armando G. Tejeda
Enviado y corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 18 de noviembre de 2009, p. 3

Madrid, 17 de noviembre. José Emilio Pacheco (JEP) recibió en el Palacio Real de Madrid uno de los galardones más prestigiosos en lengua hispana, que lo confirma como un clásico vivo de la literatura contemporánea.

El Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2009 reconoce así la escritura y la trayectoria de un poeta que incluso en un día como hoy, en el que su palabra retumba en las mismas paredes que antes escucharon los versos de otros escritores de su envergadura, recordó con dolor el pan cotidiano de violencia y crueldad extrema que padece en México. Recordó que vive en medio de un conflicto bélico sin esperanza de victoria.

Con 70 años recién cumplidos, 14 libros y más de 800 páginas escritas a lo largo de su andar en la escritura y la lectura, José Emilio Pacheco es un poeta que se lee y admira con devoción desde hace al menos cuatro décadas.

Incluso cuando aún era un joven que garabateaba versos bajo la mirada severa de uno de sus mentores, Juan José Arreola, su poesía fue recibida de inmediato como una obra de profundidad, complejidad y madurez atípicas.

Su única herramienta, la palabra, le ha servido para ganarse el aplauso y el favor de miles de lectores en el mundo de habla hispana, pero también el reconocimiento de académicos, lingüistas y escritores que le han conferido los premios más importantes de poesía.

Fecundidad nerudiana

Anoche, en el Palacio Real de Madrid, en una ceremonia solemne presidida por la reina Sofía, el autor de No me preguntes cómo pasa el tiempo recibió un nuevo reconocimiento a su larga singladura de verso y pensamiento.

Fiel a su modestia y humildad, Pacheco inició su discurso con una afirmación que en su boca suena sincera: Como Gonzalo Rojas y Claudio Rodríguez, no puedo sino sentir que otras personas merecen más que yo este premio.

Más adelante, casi como si estuviera asistiendo a la retrospectiva de su vida, el poeta reconoció su impresión terrible al darse cuenta de que tiene casi 800 páginas escritas a lo largo de su vida; es decir, una fecundidad nerudiana que lo ha hecho escribir en medio siglo unas 14 páginas por año. Lo que se traduce además en un libro por lustro. Ojalá el producto de tanto esfuerzo y constancia sean al final de todo 10 poemas válidos, señaló.

Tras agradecer una y otra vez la generosidad del jurado, de la Universidad de Salamanca y de la propia Casa Real por el reconocimiento, Pacheco reflexionó, al igual que ha hecho en su obra literaria en todos estos años, en el acontecer diario e histórico de nuestro país y del orbe.

“No quiero ignorar las trágicas circunstancias por las que atraviesan México en particular y el mundo en general. Se ha dicho que lo ocurrido en los 20 años posteriores a la caída del Muro de Berlín se resume entre un título de Dickens y otro de Balzac: Grandes esperanzas y Las ilusiones perdidas.

“Nací a mediados de otro año horrible, 1939, y sin embargo me libré de los desastres de la guerra. No sufrí los bombardeos, las batallas, las persecuciones, los campos de exterminio. Todo lo experimenté a distancia y no por ello dejó de imprimirse en cuanto he escrito.

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José Emilio Pacheco, anoche, en el Palacio Real de Madrid, durante su discurso para agradecer la recepción del galardón literario que recibió de manos de la reina SofíaFoto Notimex

Ahora la violencia y la crueldad extremas son mi pan cotidiano y vivo en medio de un conflicto bélico sin esperanza de victoria. A ello se suma la visión agravada del hambre y la miseria en México y en el mundo, afirmó.

Una idea que se enlaza con la afirmación que había hecho por la mañana, en una multitudinaria rueda de prensa, en la que afirmó, de nuevo apesadumbrado, que sólo se me ocurre que escribimos poesía porque es una forma de resistencia contra la barbarie. Mientras más barbarie, más resistencia. Pues, añadió, su escritura es sobre lo que ve “y lo que veo no es para sentirse optimista. Ahora en México hay un nuevo matiz que no existía, una crueldad nueva.

Por ejemplo, antes había venganza entre los gánsteres, pero a las mujeres y a los niños se les respetaba. Ahora aparecen los niños quemados vivos o un hombre decapitado al que le sacan los ojos. Es monstruoso. Es de una impotencia terrible, así que yo creo que no soy pesimista, que con los seres humanos me quedé corto.

Todo es efímero

La noche de este martes, en el Palacio Real, José Emilio Pacheco también recordó a sus maestros y precursores, los poetas grecolatinos, como Páladas, de quien citó algunos epigramas para verbalizar su impotencia ante tanta barbarie, desolación y desastres naturales: ¿En la profunda noche estamos muertos y en el sepulcro nos soñamos vivos?/ ¿Somos quizá los últimos vivientes/ ya que todo/ en el abismo se hunde,/ muerte es la vida/ y ya está muerto el mundo?

También llamó la atención sobre algunos poetas olvidados del siglo XIX: Zorrilla es un autor de España y México y me da la ocasión de cerrar este agradecimiento con un llamado a la justicia. Sobre los poetas de su época, excepto Bécquer y Rosalía de Castro, ha caído un velo que impide leerlos. Lo mismo ocurrió durante dos siglos con Góngora y Sor Juana, hasta que hace cien años un movimiento al que no fueron ajenos dos mexicanos de España, Alfonso Reyes y Amado Nervo, destruyó los prejuicios y les dio el altísimo sitio que merecen.

Pacheco aclaró también que el premio no lo recibiría si fuera modesto, pero al mismo tiempo anheló los días en que se podía sentar tranquilamente a escribir, algo que no hace desde que irrumpió en su vida este galardón. Pero el poeta aclaró, ante la pregunta de si le preocupaba que los poetas del futuro respetaran la tradición y lo situaran en el lugar que merece: Yo no tengo ningún afán de supervivencia. Algo similar a su convicción, poética y vital, de que todo es efímero.

El presidente del Patronato Nacional, Yago Pico, destacó la importancia para el organismo que preside y para la Universidad de Salamanca –responsables del premio– de reconocer a un poeta de la relevancia del escritor. Es poeta que se cuestiona todo (el mundo, la vida, el poder, la muerte) en lenguaje asequible y cercano para dejar constancia de su negativa a resignarse ante el inevitable aniquilamiento de la nada.

En la entrega del galardón, Pacheco estuvo acompañado de Cristina y Laura Emilia Pacheco, así como de numerosos personajes y escritores españoles.

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