jueves, 19 de noviembre de 2009

Brasil como ejemplo

Editorial de EL UNIVERSAL
2009-11-19


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¿Qué noticias llegan al mundo sobre Brasil? Crecimiento económico, liderazgo político regional, avances científicos y tecnológicos, éxitos deportivos, relaciones privilegiadas con países de primer orden. ¿Y sobre México? Ejecutados, narcotráfico, polarización política y estancamiento económico. Enormes diferencias para naciones, hasta hace poco, similarmente atrasadas.

Todo comenzó en 1990 cuando, una vez superada la dictadura militar, Brasil transitó hacia la democracia en medio de polarización social y desastre económico. Con instituciones débiles y una clase política corrupta e incapaz de trabajar unida —encabezada por Fernando Collor de Melo—, el país parecía al borde del abismo. Fue con la llegada del presidente Fernando Henrique Cardoso en 1994 que Brasil logró estabilizarse. Invirtió en una generación de políticos y empresarios que a la postre subordinaría incompatibilidades ideológicas en pro de un futuro colectivo.

Gracias a ese trayecto Luiz Inacio Lula da Silva, hoy presidente, logró encauzar los esfuerzos previos ya no para sacar al país de una crisis, sino para posicionarlo como potencia. Lo consiguió porque la industria brasileña se diversificó dentro y fuera del país, el Estado invirtió como nunca en infraestructura y creó un mercado interno antes inexistente gracias a agresivos programas antipobreza.

México, en cambio, apenas está en la primera fase, la de consolidar sus instituciones y ponerse de acuerdo consigo mismo. La crisis de nuestra élite política, empresarial e intelectual pasará como lo hizo en Brasil sólo si las personas que toman las decisiones e influyen en los asuntos públicos superan la gran mediocridad y cortoplacismo que les ha caracterizado los últimos 10 años.

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