El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo este martes que espera que "los golpistas no entren a la embajada brasileña" en Tegucigalpa, donde desde este lunes se encuentra refugiado el depuesto presidente hondureño Manuel Zelaya.
El mandatario brasileño realizó estas declaraciones después de que los miles de simpatizantes de Zelaya que se encontraban reunidos afuera de la embajada brasileña en la capital hondureña fueran dispersados con bombas lacrimógenas y balas de goma por las fuerzas de seguridad.
En respuesta al llamado de Lula, el presidente interino de Honduras, Roberto Micheletti, declaró: "Le digo públicamente al presidente Lula da Silva que nosotros vamos a respetar su sede, porque esa es tierra del Brasil y la vamos a respetar, siempre y cuando ellos contesten a nuestras peticiones".
Y aclaró que esas solicitudes se refieren a que "Zelaya tiene procesos incoados aquí en Honduras y lo conveniente sería que le den asilo ellos en su país o lo entreguen a las autoridades".
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim, afirmó desde Nueva York que su país analiza enviar una carta al Consejo de Seguridad de la ONU acerca de la "impenetrabilidad de las embajadas", después de que se supiera que las autoridades hondureñas habrían cortado el suministro de agua y luz a la sede de la representación diplomática.
Según informa la corresponsal de la BBC en Nueva York, Camila Viegas-Lee, el canciller afirmó que los cortes "no se justifican (...), principalmente porque hay cerca de 70 personas en la embajada, incluso tres niños".
Además, Amorim consideró "extremadamente preocupante" los reportes de que la policía hondureña lanzó bombas lacrimógenas a seguidores de Zelaya que se manifestaban a su favor en las afueras de la sede diplomática.
Solución "negociada"
Mientras, Lula aseguró en rueda de prensa en Nueva York, a donde viajó para participar en la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU), que Brasil está haciendo lo que "cualquier país democrático haría" al otorgar refugio a Zelaya en su embajada.
Además, exhortó al gobierno de Micheletti a aceptar una solución "negociada y democrática" que permita el regreso de Zelaya al poder.
"Lo que debería suceder es que los golpistas deberían dar un lugar a quien tiene derecho a estar en ese lugar, que es el presidente democráticamente elegido por el pueblo", declaró Lula.
"El mejor negociador debe ser el secretario general de la OEA (José Miguel Insulza), que es una institución multilateral que representa a los países de América", añadió el presidente brasileño.
"Pienso que es muy importante para el mundo entero, Estados Unidos y la OEA que no acepten golpes. Estamos consolidando la democracia en nuestro continente y no podemos aceptar (esta situación)", agregó.
El presidente brasileño indicó que habló que por teléfono con Zelaya, refugiado desde el lunes en la embajada de Brasil en Tegucigalpa.
Según la corresponsal Viegas-Lee, Lula aseguró que Zelaya pasó "una noche tranquila" en la embajada.
Embajada "en peligro"
Al mismo tiempo, este martes Zelaya denunció -en declaraciones a la emisora colombiana Caracol Radio- que está "en peligro" y que la embajada de Brasil en Tegucigalpa se encuentra "rodeada" y "prácticamente militarizada".
Zelaya tiene procesos incoados aquí en Honduras y lo conveniente sería que le den asilo ellos en su país (Brasil) o lo entreguen a las autoridades
Roberto Micheletti, presidente interino de Honduras
"Sabemos que estamos en peligro, han rodeado la embajada (...) se han tirado bombas lacrimógenas encima de la embajada, han sacado a gente a tiros", indicó.
El único "arreglo pacífico" posible en Honduras "sólo se puede considerar respetando la voluntad del pueblo, que me eligió a mí como presidente", subrayó.
En el interior de la sede diplomática brasileña permanecen Zelaya, su esposa Xiomara Castro, varios familiares y seguidores suyos, así como periodistas de medios afines al depuesto mandatario.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil informó a la BBC que su embajada en Tegucigalpa le solicitó ayuda al gobierno estadounidense, luego de que el gobierno de Honduras le cortó los servicios de agua, luz y teléfono.
El portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Ian Kelly, afirmó que están discutiendo qué clase de ayuda pueden suministrar.
"Es una situación muy sensible en el terreno, no quiero entrar en detalles sobre qué clase de ayuda estamos negociando", explicó.
"La embajada estadounidense está cerrada (...) pero su personal sigue muy activo para intentar calmar la situación", agregó Kelly.
Toque de queda
Mientras tanto, la canciller del depuesto gobierno de Honduras, Patricia Rodas, insistió este martes desde Nueva York que Zelaya llegó al país en son de paz y que ejercerá una resistencia "absolutamente pacífica", al tiempo que denunció "la represión de que está siendo objeto el pueblo hondureño, entre el que ya se cuentan los heridos y estamos por confirmar los muertos".
Agencias de noticias informan que, luego de que la policía hondureña dispersara a los manifestantes en las afueras de la embajada brasileña, hubo decenas de detenidos y heridos, sin que las autoridades hayan confirmado que se produjeran víctimas mortales.
La vicecanciller del gobierno interino, Martha Lorena Alvarado, le dijo a BBC Mundo que se procedió a la dispersión de la multitud con bombas lacrimógenas, pero negó rotundamente que se hubiera disparado contra la sede de la embajada.
El gobierno de Micheletti ordenó ya la extensión del toque de queda hasta las 6:00 am, hora local, de este miércoles (12:00 GMT).
La capital hondureña vive un ambiente tenso desde que Zelaya llegó por sorpresa al país, 86 días después del golpe de Estado.
Zelaya fue expulsado del país el 28 de junio pasado por los militares y sustituido ese mismo día, por decisión del Congreso, por Roberto Micheletti, entonces titular del Poder Legislativo.
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