Índice político
En Hollywood te pueden pagar 1.000 dólares por un beso,
pero sólo 50 centavos por tu alma.
¿QUÉ MEJOR DISTRACCIÓN que “Juanito”? Con él como protagonista de la torva telenovela política nacional, ¿quién se acuerda de la rendición de (malas) cuentas que, obligadamente, Felipe Calderón debe presentar ante las cámaras del Congreso de la Unión y no ante las cámaras de televisión?
Las mejores plumas del país, los espacios radiofónicos y televisivos con mayores audiencias destinan buena parte de sus espacios a “Juanito”. No se abordan con seriedad, eso sí, los temas que verdaderamente inciden en la vida de los mexicanos.
Todo se concentra en “Juanito”, quien así es espectacular. Pero no por su dimensión política ni, mucho menos, por los aportes que hasta ahora haya realizado, sino por el lamentable “show” que inconsciente o tal vez interesadamente nos brinda.
Telenovela, sí, donde Iztapalapa es hoy Sucupira y “Juanito” es El Bien Amado.
Guión de alguna oficina de “comunicación social”, prácticamente plagiado a Dias Gomes, quien hiciera el screenplay de la telenovela brasileña que hizo furor en México a principios de la década de los 90’s.
Odorico Paraguazú, caricatura del político brasileño que es idéntico a cualquier “grillo” mexicano o al demagogo tercermundista que usted elija, reencarna en “Juanito”, mientras que ciertos medios insisten en mostrar a Andrés Manuel López Obrador cual si fuese el malvado Zeca Diablo.
Paraguazú, en el guión de Gomes, quería estrenar su cementerio. “Juanito”, en la escaleta de Los Pinos, quiere inaugurarse como político de talla mundial.
Mera anécdota. Circo en el que el payaso quiere hacerle al domador de leones.
Maniobra de distracción con la que, además, queda sepultada la sucia jugarreta que el venal -tengo pruebas-Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, encabezado por una amiga de la señora Margarita Zavala Gómez del Campo, realizó en contra de Clara Brugada, a petición expresa de Los Pinos, para así cumplir a “Los Chuchos” del PRD una de las cuotas demandadas para subordinarse -no aliarse- a Felipe Calderón.
LO SANO SERÍA no ocuparse de “Juanito”, pues políticamente carece de la menor importancia.
Pero hay que abordar el tema que, dado el fenómeno sociológico y aún psicológico, incita múltiples comentarios.
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