jueves, 9 de febrero de 2012

#AMLO y Dios - Francisco Gómez

Siete Puntos

Francisco Gómez

1. El cambio de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es evidente. Aunque todavía mucha gente duda de su autenticidad, lo cierto es que estamos ante otro personaje, muy diferente al de hace seis años. Montado en encuestas que lo daban como seguro ganador de aquellas elecciones, se distinguía por su soberbia y sus críticas al capital. Su reacción posterior al resultado electoral confirmó una personalidad demasiado belicosa y poco incluyente.

2. Pero hoy AMLO parece otro. De aquel discurso antiempresarial, agresivo, pasó a uno más empeñado en ganarse las simpatías de los hombres de negocios. Son frecuentes sus reuniones con grupos empresariales, a quienes no sólo ha tranquilizado, sino también convencido de ser la mejor opción para México. No pocos de estos adinerados personajes confiesan su admiración por el candidato que calificaron hace seis años como un peligro para el país.

3. No se crea que este coqueteo de AMLO con los empresarios trae consigo un olvido de su bandera permanente: los pobres y su causa. Para demostrarlo, desde hace tiempo participa como cabeza visible, presidente honorario o representante más significativo del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). La propuesta no sólo ha sido respaldada por importantes personalidades del medio artístico…

4. … Sino que ha contado con una estupenda mercadotecnia, excelentes spots televisivos, y una aureola de sensibilidad y hasta ternura que contrasta con la imagen peleonera, por ejemplo, del PRD. Quizá su mayor acierto está en el mismo nombre, pues la palabra morena no sólo evoca a la piel de la mayoría de l@s mexican@s, sino que trae a la mente de inmediato a la Virgen de Guadalupe, mayor ícono cultural de la nación.

5. Otra de sus propuestas, quizá la más cuestionada, insiste en la instauración de una república amorosa, en caso de llegar AMLO a la Presidencia. Atinan las críticas que desligan a la gestión política del amor, y se burlan de la más reciente expresión del tabasqueño en torno al combate al crimen organizado: menos balazos y más abrazos. Pero es necesario reconocer lo interesante de la perspectiva: regresar a valores que hoy nos parecen muy lejanos.

6. No extraña, entonces, su discurso pronunciado la semana pasada en Tequila, Jalisco. Al invitar a no resignarnos a una vida de pobreza, afirmó –¿predicó?–: “Esto que está pasando… no es porque Dios lo quiera. No. Dios no quiere que nadie sufra. Esto que está pasando es por el mal gobierno y tiene arreglo si nos disponemos todos a que haya un cambio verdadero”. Ni el mejor teólogo o pastoralista lo hubiera dicho con tal claridad.

7. Más allá de nuestras simpatías, hay que reconocer en AMLO una visión de Dios más cercana a las propuestas teológicas actuales que a los clásicos atavismos religiosos, que ven en nuestros dificultades el deseo divino de castigarnos o la indiferencia de Dios a lo que sucede para ponernos a prueba. Reconforta ver en personajes de la política, y más en AMLO –¿todavía será un peligro para México?–, posiciones teológicas frescas, liberadoras.

*Presbitero y filósofo

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