Eduardo R. Huchim
El concepto ha producido mofa, ironías y también análisis serios en contra, pero hasta ahora no hay otro, de ningún precandidato, que concite atención semejante. La república amorosa de Andrés Manuel López Obrador, como síntesis de su oferta de gobierno, sustituye a su eslogan de 2006, "para bien de todos, primero los pobres", y en opinión de Carlos Mota, "el poder de la frase inventada por AMLO es tal, que se antoja casi imposible que algún otro concepto le supere". (Milenio, 21/11/11).
Ahora bien, ¿qué es la república amorosa? El concepto ya había sido planteado antes por López Obrador, pero es ahora cuando posee más brío. En dos artículos periodísticos, AMLO ha dado pistas importantes para su comprensión y acierta al proponer, como hilo conductor de su programa gubernamental, la honestidad y, en consecuencia, el combate a la corrupción. Una corrupción que, como lo acredita Reforma prácticamente todos los días, es el gran problema nacional que explica casi todos los demás porque atraviesa transversalmente la entraña y la piel nacionales y se erige en un muro infranqueable que todo lo distorsiona y todo lo envilece.
López Obrador no circunscribe la honestidad a sólo un valor ético, sino la postula como elemento indispensable para construir políticas públicas que generen crecimiento y bienestar, atenuantes para la desigualdad y estímulos para la empresa, prevención contra conductas antisociales y un combate a la delincuencia que no esté lastrado por la corrupción.
El precandidato de la izquierda mexicana (PRD-PT-MC) lo expresa de este modo:
"El propósito es crecer sin endeudamiento, inflación ni aumento de impuestos. Esto se puede lograr elevando la honestidad a rango supremo. La honestidad es la mayor riqueza de las naciones y, en nuestro país, este valor se ha venido degradando cada vez más. Por lo tanto, la propuesta consiste en hacer realidad la honestidad y, con este imperativo ético, recuperar recursos que hoy se van por el caño de la corrupción; aplicar un plan de austeridad y abolir privilegios fiscales. Con estas tres medidas se podrían liberar hasta 800 mil millones de pesos al año para el desarrollo y el bienestar de la población" (Reforma, 07/11/11).
"Cuando hablamos de una república amorosa, con dimensión social y grandeza espiritual, estamos proponiendo regenerar la vida pública de México mediante una nueva forma de hacer política, aplicando en prudente armonía tres ideas rectoras: la honestidad, la justicia y el amor. Honestidad y justicia para mejorar las condiciones de vida y alcanzar la tranquilidad y la paz pública; y el amor para promover el bien y lograr la felicidad... La crisis actual se debe no sólo a la falta de bienes materiales, sino también por la pérdida de valores. De ahí que sea indispensable auspiciar una nueva corriente de pensamiento para alcanzar un ideal moral, cuyos preceptos exalten el amor a las familias, al prójimo, a la naturaleza y a la patria" (La Jornada, 06/12/11).
Habrá quienes opinen que esta forma de hablar corresponde a un predicador y no a un político y habrá quienes la descalifiquen por el solo hecho de provenir de López Obrador -a quien se le quiere con devoción o se le detesta con furor-, pero importa apuntar dos cosas:
a) No es primera vez en México que un aspirante presidencial hace planteamientos morales como ejes de su propuesta de gobierno. Sin sugerir paralelismos imposibles, ahí están Vasconcelos y su "plataforma sencilla: la purificación moral de la Revolución, corroída por el militarismo y la corrupción" (Krauze, Redentores..., Debate, 2011), y más recientemente, De la Madrid y su "renovación moral de la sociedad".
b) Un análisis sereno de la república amorosa revela contenidos éticos y pragmáticos que merecen estar en el ámbito público y cuya ausencia ha generado distorsiones y perversiones que han hecho de México una república política y socialmente erosionada.
Más allá de los resultados del todavía lejano primer domingo de julio, los contenidos de la república amorosa deben estar presentes en el próximo sexenio. Se precisa exigirlos a quienquiera fuere el triunfador porque ahí pueden hallarse elementos esenciales para nuestra viabilidad como nación.
OMNIA
El TEPJF revocó una sentencia del TEDF y los mexicanos en el extranjero podrán ahora votar por internet para jefe de Gobierno del DF, aunque nadie garantice la certeza (principio esencial en materia de elecciones) sobre tales sufragios.
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