sábado, 16 de julio de 2011

Cae el ingreso, crece la pobreza * Del "ya merito", al va para atrás * Bienestar: cuatro años a la baja


México SA

Cae el ingreso, crece la pobreza

Del ya merito, al va para atrás

Bienestar: cuatro años a la baja

Montado en su nuevo caballito de batalla, el triunfo de la Sub-17, el inquilino de Los Pinos estaba muy contento, presume que te presume lo bien que ha hecho las cosas para dejar atrás el México de la promesa que no se cumple (y) el México del ya merito, cuando alguien de su confianza le dijo al oído: Pésimo momento seleccionaste para tu frase de ocasión, porque si algo caracteriza tu estancia en la residencia oficial es el permanente incumplimiento de lo prometido, mientras que el México del ya merito es en realidad el México que a paso veloz marcha hacia atrás. Sólo tienes que revisar los más recientes indicadores sobre la caída del ingreso y el gasto en el país.

Pero al susodicho, como es costumbre, le entró un ataque de sordera: hizo como que no escuchó lo dicho por su gente de confianza, y mucho menos reflexionó sobre los dramáticos resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2010, divulgada ayer por el Inegi, los cuales, por si hubiera duda, una vez más tiran el discurso oficial al bote de la basura y ratifican que en cuatro años de calderonato los mexicanos están lejos, muy lejos de vivir mejor, como lo prometió en campaña; cada día viven peor, sin comillas, y muy alejados del ya merito.

Si en la encuesta anterior (2006-2008) el ingreso corriente total promedio de los mexicanos oficialmente se redujo 1.6 por ciento y, por ello, alrededor de 6 millones adicionales de mexicanos se incorporaron al ejército de pobres, habrá que calcular cuántas personas más engrosaron a ese de por sí voluminoso ejército en el periodo 2008-2010, cuando el mismo ingreso se desplomó 12.3 por ciento. Si los resultados de la encuesta 2006-2008 llevaron al entonces secretario de Desarrollo Social, Ernesto Cordero, a recomendar a los mexicanos que se brincaran una comida al día para paliar la crisis, ¿qué propondrá ahora el mismo funcionario, en su carácter de secretario de Hacienda y delfín del señor de Los Pinos, con una caída como la descrita en el periodo 2008-2010?

En el primer bienio del calderonato todos los estratos vieron mermados sus ingresos (salvo el 20 por ciento de la población más rica), en un país en el que oficialmente no había crisis, y al que ésta le hacía los mandados por tratarse de un simple catarrito para efectos internos. Entre otros, el resultado de esa gripe fue el incremento de 6 millones en el inventario de pobres. Pues bien, en el segundo bienio todos los estratos vieron mermados sus ingresos (incluido el 20 por ciento más rico), y aún no se conoce el balance oficial ni el precio que los mexicanos debieron pagar por ese resfrío, es decir, el desplome económico más pronunciado en ocho décadas. En los días siguientes el Coneval le pondrá números, así sean oficiales, al costo de la crisis.

En el balance del cuatrienio calderonista, 10 por ciento de la población más pobre del país vio mermado su de por sí raquítico ingreso en casi 16 por ciento, en términos reales (es decir, descontada la inflación), mientras que 10 por ciento de la más rica vio reducido su ingreso en 17.8 por ciento, de acuerdo con las cifras oficiales, aunque en este estrato debe excluirse a los magantes Forbes, que incrementaron sus fortunas en aproximadamente 30 por ciento. Los deciles intermedios también reportaron descensos en su ingreso en el periodo 2008-2010. Oficialmente, pues, el catarrito pasó a cuchillo a todos los mexicanos, aunque dependiendo el sapo, la pedrada.

A pesar de lo anterior, el Inegi asegura que entre 2008 y 2010 la concentración del ingreso disminuyó respecto del cálculo anterior, al estimarse en 0.435 el valor del coeficiente de Gini, como consecuencia del incremento en las transferencias en los primeros deciles, así como la mayor pérdida relativa de los ingresos en los mayores deciles. Lo anterior, sin embargo, no se ve fortalecido con otro elemento que aporta el propio organismo: en dicho periodo, el 30 por ciento de los hogares (más ricos) concentró 62.2 por ciento de los ingresos corrientes totales, mientras que 70 por ciento de los hogares (los más pobres) obtuvieron sólo 37.8 por ciento del ingreso.

Lo anterior se traduce en que, en promedio, alrededor de 34 millones de mexicanos acaparan 62 centavos de cada peso, mientras que cerca de 80 millones se reparten los 38 centavos restantes. Ya desglosado, no parece convincente la afirmación del Inegi en torno a que la concentración del ingreso disminuyó, justo en el periodo de la crisis. Por ejemplo, mientras el grueso de los mexicanos registró pérdida de ingreso y de poder adquisitivo, los 11 magantes de Forbes (incluido Joaquín El Chapo Guzmán), en la misma crisis, incrementaron sus fortunas conjuntas en 30 mil millones de dólares, que no es cualquier bagatela.

De hecho, la diferencia promedio entre el ingreso de 10 por ciento de la población más pobre y el de 10 por ciento de la más rica es cercana a 2 mil por ciento. ¿Mejoró la distribución? Obvio es que a menor ingreso, mayor pobreza, aunque el Inegi no le llame tal cual. Por ejemplo, el salario ha caído en términos reales, pero también la inflación ha carcomido el poder adquisitivo de ese salario, cuando se obtiene, pues la tasa oficial de desocupación abierta se mantiene en un nivel superior al reportado antes de la crisis. Así, triple efecto, para una población que lleva años, muchos, observando silenciosamente cómo la pasan a cuchillo.

En promedio, según la encuesta del Inegi, el 10 por ciento de la población más pobre del país obtiene un ingreso mensual de 2 mil 54 pesos (incluidos transferencias y subsidios gubernamentales); el correspondiente al 10 por ciento más rico, 39 mil 476, de tal suerte que la onírica República clasemediera que se ha convertido en el eje del discurso caldero-corderiano no sólo es una grotesca práctica de onanismo mental, sino una tremenda falta de respeto a los mexicanos.

En cuatro años de calderonato, cuatro años de descenso en el de por sí no muy robusto (Cordero dixit) nivel de bienestar de los mexicanos. Y contando.

Las rebanadas del pastel

¿En que se parecen el bienestar de la familia prometido en campaña electoral por Ernesto Zedillo y el para vivir mejor comprometido, en el mismo ejercicio, por Felipe Calderón? En que los dos incumplieron abiertamente, y en que las únicas familias con bienestar y que sin duda viven mejor son las suyas y las de sus cuates. Provecho.

cfvmexico_sa@hotmail.com mexicosa@infinitum.com.mx

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