viernes, 3 de junio de 2011

Pobre “Pollino”.

Entre Nos


Después de sus desafortunadas declaraciones ante la opinión pública y posteriores reivindicaciones, flaco favor le hace el secretario de hacienda mexicano Ernesto Cordero al rechoncho Agustín Carstens al apoyarlo para ganar la dirigencia del Fondo Monetario Internacional. El funcionario nacional ha manifestado públicamente el apoyo a la candidatura de quien ocupó la titularidad de las finanzas mexicanas.

Hoy, el secretario Cordero ha perdido la muy poca credibilidad que tenía, al anunciar que México no es un país de pobres ¿Dónde vive el individuo?¿Nunca ha viajado hacia San Luis Potosí o al cuarto distrito tamaulipeco?

Mienten los funcionarios de cualquier nivel que aseguran que en México se combate a la pobreza con éxito. Las políticas del gobierno federal y algunos gobiernos estatales dicen lo contrario, y los resultados saltan a la visa: hay más pobres que nunca, y si en sus alegres cuentas tienen menos personas muertas de hambre es porque ya son únicamente recuerdo o porque han dejado esta vida como producto de los “daños colaterales” que tanto publicita el presidente de la República.

En el caso de Cordero, ya hace unas semanas se atrevió a abrir la boca para afirmar que en México una familia vive perfectamente con seis mil pesos, aunque nunca precisó si eran antes o después de haber cubierto sus necesidades.

De todos es sabido que hay una crisis económica en la nación y que la más afectada ha sido la anteriormente llamada clase media, hoy por hoy, clase baja con unos pocos privilegios.

Los ricos, y suponemos que estos datos no los tiene el secretario Cordero, siguen siendo ricos y serán por muchos años, gracias a la inteligencia con que han manejado sus negocios, empresas o porque han sabido aprovechar sus puestos de elección popular y dentro de cualquier administración pública. Todos sabemos quién ha sabido desprender de los presupuestos oficiales lo suficiente como para darse una vida de rey, llenos de lujos y otras cosas que ni tiene caso mencionar. Vemos todos los días a los “nuevos ricos” que se pasean impunemente por el país ante la complacencia de las autoridades en turno: todos asumen una sospechosa complicidad que ofende al pueblo mexicano.

Los pobres… esos siempre serán pobres, dicen algunos, y es que es el grueso de la población que no sabe lo que es gastar 15 pesos en una tienda de conveniencia para comprar una bolsa de papas fritas o algo por el estilo. Se les critica mucho, pero son una enorme mayoría.

La clase media es la que ha sido estrangulada desde tiempos de Luis Echeverría hasta nuestros días, incluyendo los años de la “decena trágica” cuando México ha visto reducido su número de habitantes en forma drástica por causa de una inútil y estéril guerra a nada y a nadie, que solo en la demagoga forma de conducir discursos se pretende hacer creer que estamos ganando.

La realidad de nuestro país la desconoce el señor Cordero, quien ahora asegura que hay menos pobres, y nosotros volteamos rápidamente la vista hacia los estados de Guanajuato o San Luis Potosí, donde la miseria aflora por las cunetas de las carreteras y tiene rostros: esos personajes que, llenos de manchas y tierra en sus rostros ofrecen plantas desérticas, víboras y hasta uno que otro pájaro de rapiña para que lo llevemos como mascota. Esos cientos de miles de pares de ojos negros y brillantes, ansiosos y tristes que a diario nos recuerdan que la revolución ha hecho justica a unos cuantos, y que quien llega, en su nombre, a ocupar algún cargo, vive más que como rey, con todo tipo de lujos y comodidades, olvidando, como ya desayunaron, al que sigue en ayuno permanente, por su condición de pobre o un poco más: de muerto de hambre.

Cordero no tiene una jodida idea de lo que es salir, por ejemplo, en ciudad Victoria, a unos 43 o 44 grados de temperatura, a pie para esperar en el Boulevard uno de esos ataúdes virtuales con llantas que pomposamente se llaman peseras y que son un tributo a la permisividad y la ineficiencia en los sistemas de transporte colectivo. No sabe Cordero lo que es estar formado a las dos de la tarde esperando un pollo rostizado en la banqueta, en la fila… en el “fresco” de nuestras calles.

Es natural que tampoco sepa el señorito Cordero lo que es tener sed y no poder beber agua embotellada porque no tenemos para pagar el garrafón, o que veamos a nuestros hijos padecer hambre, no tener el uniforme escolar completo o carecer de medios para salir a pasear –que no vacacionar- aunque sea durante una jornada laboral.

También entendemos que el titular de SHCP no haya entendido lo que la palabra “pobre” significa, y que piense que los únicos pobres que hay en el mundo son los que no ganaron la Champions o los que no llegaron a tiempo al concierto a donde fueron nuestros hijos.

¡Vaya! Cordero no tiene la menor idea de lo que es el México inseguro, pobre y difícil que vivimos a diario, sin tener cobertura de servicios básicos que están garantizados en la Constitución, no sabe lo que es levantarse con miedo porque cuenta con más de medio centenar de guardias a su servicio, únicamente personal.

Lo grave es que este pollino pretende ser presidente de México… Uno fue bastante torpe, el segundo… terco, mentiroso y falaz; el tercero….Por favor, ¡no! Un tercero no lo aguanta la nación y sus pobladores.

Comentarios: entrenos@prodigy.net.mx

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