jueves, 9 de junio de 2011

De ninguna manera...


Desde hace días he venido repitiendo las palabras que a continuación podrán leer: que considero modestamente parte de la historia que no se escribirá si es que no logramos cambiar el odioso sistema de simulación, ilegalidad, corrupción, impunidad, prepotencia y otros calificativos que dibujan de cuerpo entero a quienes han ocupado el más alto sitial del país: la Presidencia de la República.

Empiezo con lo que actualmente sufrimos. El origen de este clima de violencia y de descomposición social y política que hoy se vive es claramente político. El origen y responsabilidad principal de lo que ocurre se encuentra en el gobierno espurio que quiso cubrir su falta de legitimidad con una “guerra contra el crimen organizado” y con su chantajista llamado a la unidad nacional contra ese “enemigo común” de todos los mexicanos, como si todos fuésemos responsables.

El pueblo no se cree esa patraña, esa engañifa. Por eso, al pasar por todos los lugares, la marcha que partió de Cuernavaca y que llegó al Zócalo el 8 de mayo, la gran mayoría de quienes le reciben grita “¡Fuera Calderón!”.

No hay confusión sobre quién es el responsable de lo que ocurre. Por eso no se puede creer que para salir de esta situación es necesario un acuerdo con “ese” gobierno. No es posible pactar con el gobierno que es responsable de la violencia e inseguridad actuales. El pacto de la sociedad contra el clima de violencia es un pacto contra el gobierno responsable del mismo.

La guerra contra el crimen, concepto del que ahora se arrepiente su autor, se ha traducido en la militarización del país, y junto con ello, una avalancha de violaciones a derechos humanos y atropellos a la población civil por parte de las Fuerzas Armadas. La demanda principal en la actualidad en este terreno es contra la militarización. Es ésta la que está en el origen de todas las muertes y violaciones a derechos que ocurren hoy: la violencia, los asesinatos —¡40 mil personas ejecutadas desde la llegada del gobierno espurio! Para los que tenían dudas si el fraude de 2006 no era el equivalente a un golpe de Estado técnico, está esa cifra espantosa del número de muertos, o el incremento terrible del número de desaparecidos. Si la lista de desaparecidos políticos por los que hemos luchado por su libertad desde los días nefastos de Luis Echeverría nunca dejó de crecer en las décadas pasadas, desde la llegada del gobierno espurio ha crecido de manera estratosférica. Y junto con la militarización está la persistencia del fuero militar que asegura la impunidad.

¿Qué prueba más contundente de la impunidad que la vida en libertad de un ex presidente como Echeverría, que compartió con Díaz Ordaz los crímenes del 2 de octubre de 1968 y que dejó el 10 de junio del 71 su rúbrica sangrienta? Y aquí es preciso hablar de la triste etapa de la historia del envilecimiento del Ejército, al recibir del entonces comandante supremo de las Fuerzas Armadas, Luis Echeverría Álvarez, las órdenes para llevar a cabo las desapariciones forzadas y encerrar a las víctimas en campos militares y bases navales.

Saber que el problema principal es la militarización, la exigencia que se ha resumido en la consigna de que los soldados regresen a cuarteles, permite no confundirse en relación a las demandas que nos pueden unir a todo el movimiento que defiende los derechos humanos. Hay propuestas legislativas y demandas menores que son manejables por el poder, porque las mejores reformas legislativas se quedan en el papel mientras se mantiene un régimen político que tiene su origen en el fraude y su compromiso con un programa neoliberal y antipopular que es sostenido e impuesto desde Estados Unidos y sus sucesivos planes México o Mérida, y lo que desarrollan ya en lugares como Ciudad Juárez o con la presencia de aeronaves extranjeras en el país. Afirmamos de nuevo: el problema es político y tiene que ver con la urgencia de ponerle fin a este régimen.

Por eso apoyo y creo que muchos mexicanos apoyamos todas las movilizaciones contra la violencia y por la paz, y proponemos como eje central la lucha contra la militarización como exigencia al gobierno y DE NINGUNA MANERA en acuerdo con el gobierno responsable de la violencia y por eso repito también que la perspectiva es de lucha contra este mal gobierno.

Dirigente del Comité Eureka

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