viernes, 15 de abril de 2011

LOS ENSUEÑOS DE MI PADRE

El Semanario, Opinion


Convencido que los reporteros de The Washington Post son interlocutores más receptivos que los de su país, Felipe Calderón se puso sentimental. Evocó la memoria de su padre, su sabiduría, compromiso con la nación, voluntarismo ante la adversidad y, sobre todo, su vocación pacífica; valores que, dijo, marcaron su propia vida.

“Recuerdo a mi padre cuando éramos víctimas del fraude en una elección. Desde luego protestábamos y organizábamos manifestaciones. Mi padre perdió su trabajo, pero al día siguiente decía ‘tenemos que volver a empezar, no podemos perder la calma y la pasión’. Me acuerdo muy bien que después de un día de mucha frustración, me dijo ‘tienes que hacerte a la idea de que quizá nunca veas a un sólo gobernador del PAN en todo tu vida’”. La frustración de Calderón, de la que dio cuenta Barack Obama, es una tensión psicológica suscitada por el malogro de un deseo que, ahora queda claro, lo ha acompañado a lo largo de su carrera política.

Con el retrato idealizado de Luis Calderón Vega, cofundador del PAN, trató de convencer al puñado de reporteros que, a diferencia de los otros partidos, el suyo sí tiene vocación y raíces democráticas. La ocasión fue la famosa entrevista que tuvo en la sede del icónico diario el 3 de marzo, antes de su encuentro con Obama. La reunión, a la que acudió acompañado de nueve funcionarios (Sarukhan, Espinosa, Ferrari, Poiré, Ruiz Mateos, Ventura, Valdez, Sota y Moody), trascendió por la hostilidad que ventiló contra Carlos Pascual, quien después presentó su renuncia virtual. Sin embargo, no fue solo eso. Calderón desplegó otras obsesiones como revela la grabación de casi una hora.

Rechazó comparar los levantamientos populares en Egipto y Libia con la experiencia mexicana, “donde pasamos de un sistema autoritario a una democracia sin disparar una sola bala”, lo que atribuyó al principio de “no violencia” enarbolado principalmente por el PAN. Nuevamente, invocando el recuerdo de su padre, dijo: “Murió meses después de que ganamos las primeras elecciones estatales en Baja California, quince años antes de que yo llegara a la Presidencia. Usamos el arma de la paz. Nos tomó casi 60 años”. En realidad, fueron 17 años antes de su apretado triunfo.

Esta vez no sugirió, como lo ha hecho en otras ocasiones ante audiencias extranjeras, que si el PRI gana la Presidencia en 2012 pactara con el narco. Probó otra táctica: desacreditar el compromiso democrático de sus adversarios políticos y denunciar a quienes rehúsan aceptar el veredicto de los comicios. “Para ser democrático se necesita saber ganar y perder. Y no todos saben. Fue el problema en 2006”. Atacar directamente a López Obrador hubiera resultado contraproducente.

EL DICTADOR, LA PRINCESA Y LA RANA

Calderón insistió en que las democracias se construyen con personas democráticas. ”Mi padre solía decir, ‘aprender a ser democrático en un país, es como aprender a caminar: das un paso, te caes, pero luego te levantas y vuelves a tratar’. Es la única manera”. En ese sentido, arremetió contra la “absurda expresión” de Porfirio Díaz quien aseguró en una famosa entrevista –“¿con el Post?”, preguntó– que México sí estaba preparado para la democracia, dos años antes de que estallara la Revolución contra su obstinación de no ceder el poder. No, no fue con el Post. En 1908, James Creelman, periodista de la extinta revista Pearson’s, viajó de Nueva York a la capital mexicana para entrevistar al dictador.

Calderón sostuvo que cuando Vicente Fox derrotó al PRI en 2000, todo mundo cantó victoria; finalmente había llegado la democracia a México y Latinoamérica, “con excepción de Cuba”. Sin embargo, continuó en su afán de dar cátedra sobre democracia, las elecciones no son garantía contra la permanencia en el poder o la represión de los derechos individuales, como muestran los casos de varios países latinoamericanos, uno de los cuales no tuvo que identificar, pues su animadversión contra Hugo Chávez de Venezuela es pública y notoria.

A manera de ilustración, narró el cuento infantil de la princesa que se casó con un atractivo galán que resultó ser una rana. “La gente elige y luego dice que nadie le dijo que el tipo iba a volverse un dictador represor”.


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