miércoles, 6 de abril de 2011

La palabra asesinada

Dos miradas

Emma Riverola Escritora

En un lado del planeta, unos sicarios mexicanos torturaron y asesinaron al hijo del poeta Javier Sicilia. En el otro lado del mundo, en Cisjordania, ha muerto acribillado a balazos el actor, director teatral y activista israelí Juliano Mer-Jamis.

«El mundo ya no es digno de la palabra», escribió Sicilia al enterarse de la muerte de su hijo. Y decidió callar. Sus últimos versos, anunció. La poesía ha muerto para él. Mer-Jamis también creyó en el poder de la palabra. Por ello, reconstruyó el teatro que su madre había levantado en Yenin y que los tanques israelís habían derruido. De las ruinas levantó un lugar de esperanza para los jóvenes. En el Teatro de la Libertad, los niños y las niñas palestinos vivían un sueño que, por unas horas, les rescataba de la miseria, el odio y el miedo del campo de refugiados. Pero Mer-Jamis era peligroso. Los radicales que dirigen el campo lo sabían y por ello le habían amenazado en repetidas ocasiones. Si los niños aprendían a amar la vida, olvidarían su deber de morir por Palestina. Sus héroes debían ser los mártires, no un israelí cargado de palabras.

El odio ha impuesto su silencio. Las balas se han convertido, de nuevo, en la semilla de la incomprensión. Pero quizá, sólo quizá, en algún rincón de esos corazones de niño quede el recuerdo de un sueño. Una palabra dormida.

A la espera del próximo poeta que la despierte.


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