OCTAVIO RODRÍGUEZ ARAUJO
La marcha del lunes en la ciudad de México parece una imitación extralógica de lo ocurrido en Túnez y en Egipto, pero de ninguna manera son comparables. En el mejor de los casos se trata de una copia tal vez no premeditada. La primera diferencia es que en México convocaron organizaciones gremiales, varias ligadas al PRI o cercanas de alguna forma a este partido, en tanto en los otros países se percibe mayor espontaneidad social en contra de sus respectivos gobiernos, entronizados en el poder por más de dos décadas. En Túnez las masas hicieron huir del país a Ben Alí, y en Egipto, según algunos pronósticos de enterados, obligarán a Mubarak a renunciar. Allá se trató de revueltas sociales, acá de una manifestación con una hora de inicio y otra de terminación… el mismo día.
Si quisiéramos establecer una analogía con los movimientos en los países norafricanos, podríamos pensar más bien en lo ocurrido en Argentina en 2001-2002: movilizaciones populares que llevaron a la renuncia de los gobernantes. En México, pese a haber sido una de las consignas del lunes pasado, Calderón no va a renunciar (lamento ser pesimista).
Las organizaciones mexicanas que participaron el lunes fueron, entre otros gremios, la Confederación Nacional Campesina (CNC), la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), todas éstas dirigidas por charros (antidemocráticos y priístas). En esta pista política faltaron la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y otras centrales igualmente siniestras que desean fervientemente que su partido, el PRI, recupere el poder para seguir gozando de los privilegios en que vivieron por décadas. Los acompañaron también el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), el de la UNAM (STUNAM) y otros que tradicionalmente han estado más cercanos a la izquierda que a la derecha sin ser propiamente izquierdistas ni democráticos. Hubo también, justo es decirlo, gente de izquierda y honesta (supongo).
Si fuera mal pensado diría que la marcha del lunes, con la que no puedo estar en desacuerdo por cuanto a sus consignas, es una carta que vino bien al juego del PRI para presionar a Calderón en estos momentos prelectorales en los que un sector del PAN busca acercamientos, ampliamente correspondidos, con los moderados del PRD y algunos también de los partidos aliados. En otras palabras, la marcha del lunes beneficia, políticamente, al PRI más que a ningún otro partido, mientras los perredistas del ala moderada actúan, en general, con un pragmatismo preocupante supuestamente antipriísta con el que tratan de justificar sus acuerdos con Acción Nacional. Guerrero podría ser un caso excepcional y, por cierto –en relación con los resultados–, no precisamente del desagrado de Peña Nieto (pero los perredistas creen que ganaron en ese estado).
El dirigente del partidos del sol azteca en Coahuila ha expresado con toda claridad la posición de los moderados de su partido: “No hay coincidencias ideológicas entre PAN y PRD, pero la alianza es necesaria para enfrentar con éxito al PRI en la elección de alcaldes y gobernador del 3 de julio, sin que se pierda la identidad de nuestro partido, pues somos de izquierda” (La Jornada, 1/2/11. Las cursivas son mías). En el estado de México intentan lo mismo y hasta tratan de doblarle la mano a Alejandro Encinas para que acepte la alianza con Acción Nacional, obviamente contra el tricolor.
Este partido ha pintado su raya de Calderón. Debe derrotarlo para poder gobernar el próximo sexenio, y según yo ya le mandó un aviso el lunes pasado, un aviso de que no está manco, que puede mover grandes contingentes y, a través de ellos, llamar a derrocarlo por arbitrario, por su política económica y por el derramamiento de sangre en que ha hundido al país. La consigna más izquierdista, siguiendo la nota de Patricia Muñoz en La Jornada, fue de Gerardo Sánchez, líder de la CNC. ¿No es sintomático que esta organización campesina, que desde su nacimiento ha respondido puntualmente a las políticas del PRM-PRI, trate de parecer más radical que, por ejemplo, el movimiento de López Obrador? AMLO no ha llamado a derrocar a Calderón y no sería sensato que lo hiciera: el horno no está para bollos ni estamos en Túnez o en Egipto. ¿El PRI sí apuesta al "estallido social" y a derrocar al ocupante de Los Pinos? ¿O es tremendismo discursivo para tratar de rebasar por la izquierda a AMLO? Puro cuento, palabras huecas, llamaradas de petate para calentar la plaza por un minuto o tal vez dos.
Lo que se percibe es que varios de los gremios, priístas y más o menos independientes, están claramente en contra del gobierno de la República, independientemente de que lleven agua al molino del PRI, en tanto el PRD y sus aliados se dedican a buscar triunfos, aunque sean ficticios, en las elecciones estatales, a veces con el PRI, "al que hay que impedirle el triunfo en 2012", y otras veces con el PAN, del que también dicen que deberá perder el año entrante.
Si mi percepción no es equivocada, estamos ante un caos político caracterizado por la confusión y la ambigüedad en el que ya no se sabe quién es quién ni para quién trabaja. Los candidatos son intercambiables y los partidos también: perdieron su esencia y su definición. El único movimiento que muestra solidez y constancia en su oposición al PAN, al PRI, al PVEM y al Panal, y en sus propuestas para el futuro del país, es el de López Obrador, pero siempre nos queda la duda de su viabilidad electoral dado el desprestigio y el zigzagueo de los partidos que le son o deberían serle cercanos y afines. Quizás en marzo se definan un poco más las cosas para los partidos que se dicen de izquierda. Seré optimista.
La marcha del lunes en la ciudad de México parece una imitación extralógica de lo ocurrido en Túnez y en Egipto, pero de ninguna manera son comparables. En el mejor de los casos se trata de una copia tal vez no premeditada. La primera diferencia es que en México convocaron organizaciones gremiales, varias ligadas al PRI o cercanas de alguna forma a este partido, en tanto en los otros países se percibe mayor espontaneidad social en contra de sus respectivos gobiernos, entronizados en el poder por más de dos décadas. En Túnez las masas hicieron huir del país a Ben Alí, y en Egipto, según algunos pronósticos de enterados, obligarán a Mubarak a renunciar. Allá se trató de revueltas sociales, acá de una manifestación con una hora de inicio y otra de terminación… el mismo día.
Si quisiéramos establecer una analogía con los movimientos en los países norafricanos, podríamos pensar más bien en lo ocurrido en Argentina en 2001-2002: movilizaciones populares que llevaron a la renuncia de los gobernantes. En México, pese a haber sido una de las consignas del lunes pasado, Calderón no va a renunciar (lamento ser pesimista).
Las organizaciones mexicanas que participaron el lunes fueron, entre otros gremios, la Confederación Nacional Campesina (CNC), la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), todas éstas dirigidas por charros (antidemocráticos y priístas). En esta pista política faltaron la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y otras centrales igualmente siniestras que desean fervientemente que su partido, el PRI, recupere el poder para seguir gozando de los privilegios en que vivieron por décadas. Los acompañaron también el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), el de la UNAM (STUNAM) y otros que tradicionalmente han estado más cercanos a la izquierda que a la derecha sin ser propiamente izquierdistas ni democráticos. Hubo también, justo es decirlo, gente de izquierda y honesta (supongo).
Si fuera mal pensado diría que la marcha del lunes, con la que no puedo estar en desacuerdo por cuanto a sus consignas, es una carta que vino bien al juego del PRI para presionar a Calderón en estos momentos prelectorales en los que un sector del PAN busca acercamientos, ampliamente correspondidos, con los moderados del PRD y algunos también de los partidos aliados. En otras palabras, la marcha del lunes beneficia, políticamente, al PRI más que a ningún otro partido, mientras los perredistas del ala moderada actúan, en general, con un pragmatismo preocupante supuestamente antipriísta con el que tratan de justificar sus acuerdos con Acción Nacional. Guerrero podría ser un caso excepcional y, por cierto –en relación con los resultados–, no precisamente del desagrado de Peña Nieto (pero los perredistas creen que ganaron en ese estado).
El dirigente del partidos del sol azteca en Coahuila ha expresado con toda claridad la posición de los moderados de su partido: “No hay coincidencias ideológicas entre PAN y PRD, pero la alianza es necesaria para enfrentar con éxito al PRI en la elección de alcaldes y gobernador del 3 de julio, sin que se pierda la identidad de nuestro partido, pues somos de izquierda” (La Jornada, 1/2/11. Las cursivas son mías). En el estado de México intentan lo mismo y hasta tratan de doblarle la mano a Alejandro Encinas para que acepte la alianza con Acción Nacional, obviamente contra el tricolor.
Este partido ha pintado su raya de Calderón. Debe derrotarlo para poder gobernar el próximo sexenio, y según yo ya le mandó un aviso el lunes pasado, un aviso de que no está manco, que puede mover grandes contingentes y, a través de ellos, llamar a derrocarlo por arbitrario, por su política económica y por el derramamiento de sangre en que ha hundido al país. La consigna más izquierdista, siguiendo la nota de Patricia Muñoz en La Jornada, fue de Gerardo Sánchez, líder de la CNC. ¿No es sintomático que esta organización campesina, que desde su nacimiento ha respondido puntualmente a las políticas del PRM-PRI, trate de parecer más radical que, por ejemplo, el movimiento de López Obrador? AMLO no ha llamado a derrocar a Calderón y no sería sensato que lo hiciera: el horno no está para bollos ni estamos en Túnez o en Egipto. ¿El PRI sí apuesta al "estallido social" y a derrocar al ocupante de Los Pinos? ¿O es tremendismo discursivo para tratar de rebasar por la izquierda a AMLO? Puro cuento, palabras huecas, llamaradas de petate para calentar la plaza por un minuto o tal vez dos.
Lo que se percibe es que varios de los gremios, priístas y más o menos independientes, están claramente en contra del gobierno de la República, independientemente de que lleven agua al molino del PRI, en tanto el PRD y sus aliados se dedican a buscar triunfos, aunque sean ficticios, en las elecciones estatales, a veces con el PRI, "al que hay que impedirle el triunfo en 2012", y otras veces con el PAN, del que también dicen que deberá perder el año entrante.
Si mi percepción no es equivocada, estamos ante un caos político caracterizado por la confusión y la ambigüedad en el que ya no se sabe quién es quién ni para quién trabaja. Los candidatos son intercambiables y los partidos también: perdieron su esencia y su definición. El único movimiento que muestra solidez y constancia en su oposición al PAN, al PRI, al PVEM y al Panal, y en sus propuestas para el futuro del país, es el de López Obrador, pero siempre nos queda la duda de su viabilidad electoral dado el desprestigio y el zigzagueo de los partidos que le son o deberían serle cercanos y afines. Quizás en marzo se definan un poco más las cosas para los partidos que se dicen de izquierda. Seré optimista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario