MÉXICO, 13 de diciembre, 2010.- El destino estaba anunciado: la 16ª edición de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP16) sería un fracaso.
El rechazo al cumplimiento del Protocolo de Kyoto es el principal descalabro de la COP 16, considera Jorge Lestrade Sadurní, Director Editorial de la revista Equilibrio.
En entrevista con El Semanario, Lestrade señala que "lo que va a suceder para sustituir o renovar el Protocolo de Kyoto se queda para la COP17 en Sudáfrica".
Cabe mencionar que en este espacio de cooperación internacional en contra del cambio climático, se celebró paralelamente la 6ª Conferencia de las Partes actuando como Reunión de las Partes del Protocolo de Kyoto.
No obstante, los Acuerdos de Cancún con los que cerró la Conferencia establecieron peticiones medianas como adoptar, “tan pronto como sea posible”, una decisión referente a una segunda fase del Protocolo para "garantizar que no haya una brecha entre el primer y el segundo periodo de compromisos".
Asimismo, los países participantes acordaron "elevar el nivel de ambición en la reducción de emisiones" de gases causantes del efecto invernadero (GEI), y suscribieron del Acuerdo de Copenhague a la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático (CMNUCC).
A pesar de estas consideraciones –y a ver si los países las siguen-, la COP 16 se quedó corta en acuerdos ya que, según Lestrade Sadurní, era previsible la negativa de Estados Unidos y de China para firmar una ratificación del Protocolo o un acuerdo vinculante de reducción de emisiones a pesar de que ellos son los responsables de casi la mitad de las emisiones de GEI. “Ya se sabía que no le iban a entrar y no le entraron”, denuncia.
Pero la cosa no paró ahí, Jorge Lestrade, quien participó activamente en las diferentes mesas de la COP, remarca que Japón fue la sorpresa o la decepción de la Cumbre, pues se negó a ratificar y a continuar con el Protocolo de Kyoto.
Bajo estas condiciones, el entrevistado asegura que queda un mal sabor de boca que sólo se puede remediar presionando a países determinantes como EU o Japón para cambiar su actitud; sin embargo, sabe que “indudablemente es difícil porque no hay muchos grupos de presión”.
Así, las esperanzas se dilatan y las acciones se postergan. El momento, de cambiar al petróleo cómo motor de la economía y generador principal de energía se demora pese a que, como subraya Lestrade, no solamente estamos hablando de un recurso finito -no renovable-, sino que tiene repercusiones muy nocivas para el ambiente.
“Tenemos que tener claro que el uso de energías renovables es el futuro y además puede abrir la oportunidad a la creación de empleos”, concluye al respecto. (El Semanario Agencia, ESA)
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