lunes, 13 de diciembre de 2010

Narcorriatas de Tierra Caliente…



Juan Pablo Becerra Acosta



Hace poco más de un año fui a la región de Tierra Caliente, en Michoacán, para hacer reportajes sobre el narco. Mi compañero fotógrafo Oswaldo Ramírez y yo, con la ayuda de un precavido guía, viajamos al municipio de Aguililla, ahí donde se inició la guerra contra el crimen organizado. Llegamos hasta el poblado de El Aguaje, en la parte baja de la Sierra Madre del Sur, a 51 kilómetros saliendo de Apatzingán. El guía, nervioso, nos suplicó que no insistiéramos en seguir. Acatamos, por supuesto. Con lo que habíamos visto bastaba…

El Aguaje tiene poco más de dos mil habitantes. El 11 por ciento de sus niños entre 6 y 14 años no asiste a la escuela. “Luego cuidan verde, bolas colgando, y cocinan en laboratorios, como dice la canción”, me dijo el guía. Se refería al narcocorrido “La riata de Michoacán”, del grupo… Los Capos de México. Su letra que dice así: Tenemos siembras muy lindas/ y hasta se ve alegre el campo/unas de verde perico/otras con bolas colgando/ y con rumbo hacia El Aguaje/puro cristal cocinando (deléitese en YouTube: http://www.youtube.com/watch?v=Z5PvWzeH_1U&feature=related). Verde, mariguana; bolas, amapola; cocinas, laboratorios rurales de metanfetaminas. Quizá por esos menesteres, y la migración, 81 por ciento de su gente de 15 años y más (INEGI) no cuenta con educación básica completa. El narco llama, o ahuyenta.

Ahí, en El Aguaje del corrido, el índice de rezago social es “bajo” (Conapo). ¿Por qué? Será porque en medio de esas serranías de pronto se miran, como oasis, grandes sembradíos relucientes, perfectamente regaditos, que contrastan con el polvoriento pueblo. Campos que, nos tocó ver, son vigilados por una avioneta que despegaba de una pista clandestina y que sobrevolaba una y otra vez el pueblo. El pueblito con varias casas inverosímiles que podrían estar en San Pedro Garza, de Nuevo León: una con un Audi TT (64 mil dólares) a la puerta, otra con una camioneta Mercedes Benz ML (65 mil dólares) y una más con una Lincoln Navigator 4x4 (66 mil dólares).

Pueblo con un cementerio de tumbas inauditas, desproporcionadamente grandes y ostentosas para un lugarcito así. Tumbas que parecen pequeñas casas con puertas, ventanas, cúpulas, vitrales, jardines, bancas. No llegan a tener aire acondicionado, como dos que encontramos en Apatzingán, pero sí ventiladores. Tumbas con restos de muchos jóvenes que andaban en sus años 20 y 30. Tumbas con demasiados menores de edad. Cadáveres prematuros habituales en esas narcas tierras calentanas.

Eso, todo eso, es lo que originó los virulentos combates e incendiarios bloqueos en Apatzingán y en zonas serranas: la defensa de las riatas michoacanas y sus tierras y pueblos que yacen bajo su yugo y beneficios…
jpbecerracostam@prodigy.net.mx

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