OSTUACÁN * La gente volverá a sus comunidades para asentarse, como ya lo hicieron las primeras 40 familias.
Óscar Gutiérrez * CP. En Nuevo Juan del Grijalva las aspiraciones de progreso y desarrollo de centenares de familias reubicadas en este poblado emergente se frustran y empantanan, aquejadas por la falta de alternativas productivas y el deterioro creciente de viviendas, infraestructuras y vialidades.
El desconcierto y la incertidumbre de sus habitantes se observan en la denominada primera ciudad rural sustentable, construida en las proximidades de la cabecera municipal de Ostuacán, en el norte de Chiapas.
Comparten el recuerdo doloroso por 26 familiares y parientes muertos, por el deslizamiento de un cerro sobre el desaparecido Juan de Grijalva, en noviembre de 2007.
Mestizos y descendientes de la etnia zoque, coinciden en la ausencia de expectativas para enfrentar exitosamente la situación actual y los desafíos comunitarios que les plantea el futuro.
El complejo habitacional levantado sobre una cima fue inaugurado el 18 de septiembre del año pasado. Alberga 410 viviendas, distribuidas entre instalaciones hospitalarias, escuelas, naves industriales, comerciales y áreas recreativas.
A la distancia semeja un gigantesco pájaro rojo que no consigue remontar el vuelo. El paisaje uniforme de casas, es roto por el hundimiento de calles, deslaves de taludes y viviendas agrietadas, algunas en riesgo del desplome absoluto. El ánimo y los anhelos también están vulnerados. A la zozobra añaden los riesgos temores ante la actual temporada de lluvias, pronosticada con precipitaciones acumuladas de hasta 450 milímetros.
Familias damnificadas de 11 comunidades y rancherías aledañas al río Grijalva, reubicadas tras las inundaciones, lluvias y frentes fríos, y por hallarse en zonas vulnerables, lamentan " el fracaso" del modelo habitacional. El presidente del comisariado del extinto Juan de Grijalva, Misael Juárez Hernández, advirtió que "dentro de un año, esto será una ciudad muerta. La gente volverá a sus comunidades para asentarse, como ya lo hicieron las primeras 40 familias, debido a la falta de trabajo y oportunidades productivas".
Afirmó que desde los días de la evacuación, para sobrevivir con su esposa, su madre y dos hijos, vendió las reses que constituían su patrimonio.
"No recibimos apoyo gubernamental para renta de casa. Mi madre anciana cayó, se fracturó; por la diabetes, se le amputó una pierna", lamentó. Así se observan sinsabores comunitarios por la falta de expectativas económicas y la ausencia inicial de planificación urbana que propició el deterioro prematuro del asentamiento. "Vivimos en zona de riesgo, con casas agrietadas a punto del derrumbe, vialidades y calles deslavadas y mallas que detienen taludes; los suelos son arcillosos, filtrados por arroyos, donde no debió construirse, precisamente por la inseguridad que representa", explicó.
Las demandas y necesidades de la población no encuentran respuesta del actual delegado de la llamada ciudad rural sustentable, José Bersaín Salas Culebro.
"Desde hace seis meses sólo nos visita cada fin de semana. Cuando lo buscamos para exponerle nuestros problemas se oculta o huye del poblado. Es un delegado fantasma", dijo Juárez Hernández. A David Mateo Pérez, originario del poblado Nuevo Sayula, la falta de trabajo lo obligó a retornar a su comunidad con la mayoría de su familia, donde pescan y cultivan una porción de tierra. "Nos impusimos y regresamos porque en Nuevo Juan de Grijalva no hay trabajo ni futuro; la vivienda la cuida un hijo que estudia en la cabecera municipal. Nosotros llegamos cada fin de semana", argumentó.
David Martínez fungía como presidente de padres de familia de la escuela del desaparecido Juan de Grijalva. Dijo que al final, las viviendas entregadas por el gobierno, serán utilizadas" como casas de campo, porque migrarán en busca de trabajo y comida".
Los lugareños enfatizaron la falta de reactivación económica que golpea cultivos alternos, expendio de comidas, de ventas ocasionales, hasta la procesadora de productos lácteos. Porfirio Rosas llega cada fin de semana del municipio de Pichucalco. En las afueras del corredor comercial aguarda a compradores de ropa y calzado que no llegan.
"Antes de lo del cerro de Juan de Grijalva y las inundaciones de Malpaso, el negocio era muy bueno. Recorría los poblados del río y la mercancía volaba. Hoy es todo lo contrario", dijo.
Dulce María es propietaria de un pequeño restaurante. Los elevados pagos de energía eléctrica no permiten que el pequeño negocio prospere. "Pagamos recibos de 593 pesos, a pesar de que las presas hidroeléctricas están en nuestra zona. A ver hasta dónde aguantamos", advirtió.
La imagen de Nuevo Juan de Grijalva es de envejecimiento ruinoso, antes de su primer aniversario. Las lluvias de octubre y noviembre del año pasado, deslizaron superficies y asentaron calles de la zona norte.
En el lado sur se construyen y fortalecen muros, al igual que en el acceso principal del poblado, donde los deslizamientos dañaron las mallas perimetrales.
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