miércoles, 7 de julio de 2010

Recado de México

Miércoles, 7/7/2010

ELPAÍS.COM

EDITORIAL

Ni el PRI regresa triunfal al poder regional ni el crimen organizado logra secuestrar la democracia


Si algo hay que celebrar de las recientes elecciones regionales mexicanas, con doce Gobiernos en juego, es que los capos de la droga, pese a sus abrumadoras pretensiones por secuestrar violentamente el proceso, no hayan sido capaces de hacer desistir a los mexicanos de su compromiso con las urnas. Si hay alguna conclusión política relevante que establecer, es que los ciudadanos ya no parecen dispuestos a que un solo partido gobierne su país nunca más, ni a que una sola maquinaria, por engrasada y afinada que esté, controle las llaves del poder.

La abrumadora victoria que muchos -y el propio partido- vaticinaban para el PRI, por antonomasia el partido único, no se ha producido. Pese a que el tinglado que hizo de México su finca durante 71 años, antes de que los votantes se libraran del yugo hace una década, ha obtenido 9 de los 12 Gobiernos estatales, nada anticipa su triunfal regreso a la presidencia de la República en 2012. Es cierto que Acción Nacional, el partido derechista presidencial, está cada vez más debilitado por la impotencia de Felipe Calderón en su guerra contra los carteles del narcotráfico, fracaso que en el corto plazo hace muy improbable una inversión de la situación. Y es cierto también que la izquierda representada por el Partido Revolucionario Democrático está más que dividida. Pero una alianza de circunstancias entre estos enemigos ideológicos irreconciliables -de más que difícil repetición con vistas a las presidenciales- ha conseguido frenar la que se auguraba imparable carrera del PRI -primera fuerza parlamentaria del país, embarcada en la tarea de reinventarse- y arrebatarle, a falta de resultados definitivos, estados tan emblemáticos como Sinaloa, Puebla u Oaxaca, en sus manos durante generaciones.

La democracia mexicana está sitiada, pero sobrevive. El mensaje de las urnas el domingo retrata un proceso participativo vivo y un pulso abierto por el poder en un país donde el año pasado solo el 42% de los encuestados aseguraba preferir la democracia a cualquier otro sistema político. No es poco en un México complejo territorial e institucionalmente, que intenta salir de su peor crisis económica en setenta años y que padece la sangrienta e indiscriminada guerra declarada por el crimen organizado. Una tragedia esta que lo condiciona todo y que se ha llevado por delante más de 22.000 vidas, cifras oficiales, desde 2007.


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