miércoles, 24 de febrero de 2010

Ho Chi Minh, retrato de una celebridad

miércoles 24 de febrero de 2010

ARGENPRESS.tv







Video realizado por la Embajada de Vietnam en la República Argentina, cedido a ARGENPRESS.tv para su difusión.
Nació en Annam el 19 de mayo de 1890. Su verdadero nombre era Nguyen Tat Than, pero la clandestinidad de toda la vida le obligó utilizar apodos diferentes para escapar de la persecución policial. El nombre de Ho Chi Minh significaba El que ilumina; otras veces se hizo llamar Nguyen Ai Quoc, El patriota.
Era hijo de un médico herborista de Nghe An, enemigo del colonialismo francés, que había invadido Vietnam en 1860. Estudió en Hué y Saigón, hasta que en 1912 emigró como mozo en un paquebote francés. Fue un largo viaje de veinte meses de puerto en puerto hasta que arribó a Londres, donde trabajó en el hotel Carlton durante tres años.
De allí fue a París, donde trabajó como retocador de fotografías. Conoció a Chou En Lai, León Blum, Marcel Cachin y Longuet (sobrino de Carlos Marx), entre otros destacados dirigentes del movimiento obrero internacional. Se afilió al Partido Socialista Francés, adherido a la Internacional Comunista. Comenzó a escribir en L’Humanité, y luego fundó el periódico El Paria.

De París se trasladó a Moscú, donde participó en varios Congresos de la Internacional Comunista. Más tarde viajó a China como traductor y ayudante de Borodin, consejero del Kuomintang.
Se incorporó a la escuela militar de Huangpu, donde aprendió el arte de la guerra revolucionaria. El director era el coronel Chiang Kai Shek y el jefe del departamento político era Chou En Lai. En 1927, cuando Chaing Kai Shek traicionó a la causa revolucionaria con una enorme matanza, Ho consiguió huir y siguió en la clandestinidad organizando la revolución en Birmania, impulsando huelgas, motines y levantamientos armados en China, en Siam, y pasando de cárcel en cárcel y de tortura en tortura.

En 1930 Ho Chi Minh fundó en Hong Kong el Tanh Nien o Partido Comunista de Vietnam.
Durante la segunda guerra mundial Japón ocupó Vietnam. Ho regresó clandestinamente a su país 28 años después de su partida y luchó en la guerrilla durante cinco años.
Hacia fines de la guerra mundial funda el Vietnam Doc Lap Dong Minh Hoi (Frente para la liberación de Vietnam), más conocido por Vietminh. También crea un ejército guerrillero dirigido por Vo Nguyen Giap, uno de los generales revolucionarios más brillantes del mundo.
Concluida la guerra y derrotados los japoneses, los planes imperialistas para la región no contemplaban la independencia sino un nuevo reparto del mundo, que en el caso de Vietnam suponía que los nacionalistas chinos del Kuomintang ocuparían el norte del país, mientras los ingleses el sur. Pero los franceses querían recuperar sus dominios coloniales y volvieron a invadir el país, mientras los guerrilleros vietnamitas rechazaron a los chinos en el norte y liberaron aquella zona.
El 2 de setiembre de 1945 Ho Chi Minh lanzó su llamamiento: “Desde hace más de ochenta años la banda de colonialistas franceses, bajo los tres colores que simbolizan la libertad, la igualdad y la fraternidad, ha ocupado nuestro territorio y oprimido nuestro pueblo. [...] Los franceses no nos han dado ninguna libertad política, han instituido una legislación bárbara, han creado más prisiones que escuelas, han ahogado en sangre todas nuestras revueltas, han pisoteado la opinión y utilizado la sangre y el alcohol para embrutecer a nuestro pueblo”.
El Vietminh organizó la insurrección general, logró la independencia nacional y fundó la República Democrática de Vietnam.
Al retornar los colonialistas franceses se desató una nueva y cruenta lucha del pueblo vietnamita que se prolongó nueve años. Francia, cuando comenzó a perder la guerra, pidió y obtuvo el apoyo norteamericano. En 1954 los franceses son derrotados en la batalla decisiva de Dien Bien Phu. Dieciocho millones de compatriotas saludaron a quien había abierto la brecha de la liberación social y nacional. Ya era para todo el pueblo el tío Ho.
A la guerra contra Francia sucedió la guerra contra Estados Unidos, por lo que los vietnamitas derrotaron sucesivamente a tres de las potencias imperiales más poderosas: Francia, Japón y Estados Unidos. Estos no escatimaron medios de destrucción masiva y bombardearon cruelmente Vietnam del Norte: “Derrotados los yanquis -diría Ho- construiremos una patria diez veces más hermosa. Nuestro país tendrá el señalado honor de ser una pequeña nación que, a través de una lucha heroica, ha derrotado a dos grandes imperialismos- el francés y el norteamericano- e hizo una digna contribución al movimiento de liberación nacional”.

Nunca mostró inquietud por la desproporción de fuerzas. Como revolucionario sabía que un ejército popular es superior al mejor ejército moderno. Desde el principio de la intervención declaró que los Estados Unidos no serían capaces de soportar una guerra popular prolongada: “En la lucha patriótica contra la agresión norteamericana, en realidad tendremos que soportar más dificultades y sacrificios, pero estamos seguros de que obtendremos la victoria total”.
Sus palabras se cumplieron, aunque Vietnam soportó años de atrocidades contra su población. El territorio fue convertido en campo de criminales bombardeos contra la población indefensa. Muchas décadas después de la humillante retirada de Estados Unidos de Vietnam el 30 de abril de 1975, el país aún sufre las secuelas de la agresión. Desde 1961 hasta 1973, el Pentágono arrojó sobre Vietnam y el vecino Laos más de siete millones de toneladas de bombas y 100.000 toneladas de sustancias químicas tóxicas. Sobre Vietnam se descargaron más bombas que las arrojadas durante la segunda guerra mundial. En la guerra murieron cinco millones de vietnamitas y 58.000 estadounidenses. Millones de personas padecieron y todavía padecen los efectos del agente naranja, un potente defoliante que tenía como objetivo arrasar por completo la jungla del país para aislar a los guerrilleros. Washington lanzó sobre un cuarto del territorio del país unos 80 millones de litros de defoliante y napalm.

Ho Chi Minh murió en Hanoi, el 2 de setiembre de 1969. En su testamento dejó escrito: “Durante toda mi vida, he servido con todas mis fuerzas y con todo mi corazón a la Patria, a la Revolución y al Pueblo. Ahora, si debo partir de este mundo, no hay nada que sienta más que no poder servirlos más tiempo”. El proceso liberador continuó. Cuando seis años después de su muerte, los patriotas del Vietcong terminaron de derrotar y expulsar a los invasores norteamericanos, los tanques llevaban una pancarta: “Siempre marchas con nosotros, Tío Ho”.

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