El mercado Abelardo L. Rodríguez fue inaugurado el 24 de noviembre de 1934 por el entonces presidente del mismo nombre, acompañado por el presidente electo Lázaro Cárdenas. Ha cumplido tres cuartos de siglo sin que se conozca el estado en que se encuentran los trabajos de recuperación del inmueble.
El Abelardo es el segundo mercado público edificado exprofeso en la capital en el siglo veinte. El primero es el 2 de Abril, ubicado atrás del Teatro Blanquita, que data de 1912. Cuenta con más de 300 locales comerciales y se ubica en el cuadrante integrado por las calles de República de Colombia, Del Carmen, República de Venezuela y Rodríguez Puebla.
Este mercado es considerado el prototipo de los mercados populares de la ciudad y pionero así por sus dimensiones y los servicios adicionales que ofrece.
El inmueble fue equipado desde el inicio con un centro cívico, guardería, biblioteca y el Teatro del Pueblo. Posteriormente se equipó con un Centro de Integración Juvenil. Este conjunto de servicios fueron adoptados por mercados construidos más de 20 años después, tales como los de la Lagunilla, Tepito y La Merced.
Construido por el arquitecto Antonio Muñoz, el mercado Abelardo L. Rodríguez presenta una gran mezcla de estilos arquitectónicos: neocolonial, neoclásico, art déco, art nouveau y belle epoque, entre otros. La construcción fue innovadora en su tiempo tanto por la dimensión (más de 12 mil metros cuadrados y la inversión de un millón y medio de pesos), como por el proyecto arquitectónico.
Y no es cualquier mercado, dado que cuenta con 10 murales en sus entradas, vestíbulos, patios y pasillos, que lo convirtieron en el cuarto recinto en importancia del Centro Histórico en términos de obra mural después del Palacio de las Bellas Artes, la Secretaría de Educación Pública y Palacio Nacional.
Los murales muestran, entro otros temas, la lucha obrera, la reivindicación campesina, la cosmogonía indígena, la lucha contra el nazismo y el fascismo, la discriminación racial.
Bajo la dirección del muralista Diego Rivera, se trabajaron 1,343 metros cuadrados al fresco y 157 metros cuadrados al temple, y a cada artista se le pagó 13.50 pesos (3.75 dólares al cambio de entonces) por metro cuadrado pintado.
Diez muralistas intervinieron en el proyecto: seis mexicanos entre los que destacan Ángel Bracho, tres estadounidenses, el más conocido de los cuales es Pablo O’Higgins, y el hoy célebre escultor Isamu Noguchi, trabajaron bajo la premisa de llevar el arte al pueblo y realizaron las obras siguientes:
Miguel Tzab Trejo, Los mercados; Ángel Bracho Influencia de las vitaminas; Antonio Pujol, Los alimentos y los problemas del obrero; Pedro Rendón, Escenas populares; Ramón Alva Guadarrama, Las labores del campo; Grace Greenwood, La minería; Marion Greenwood, La industrialización del campo; Raúl Gamboa, Los mercados; así como el relieve en cemento cobreado Historia de México, de Isamu Noguchi, La lucha de los obreros contra los monopolios de Pablo O’Higgins son las obras que acompañan la estancia en el sitio durante las compras.
Los sismos de 1985, la humedad, el paso de los años, la falta de presupuesto delegacional y central, así como las pintas de jóvenes ajenos al inmueble han provocado que sólo el mural de Pablo O’Higgins La lucha de los obreros contra los monopolios se encuentre en buen estado. En efecto, lo mismo rayones con plumón que grietas y trozos sin pintura rompen el discurso que los murales ofrecen.
Para el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) la institución no puede hacer nada porque las pinturas no están bajo su responsabilidad, sino a cargo del GDF y del propio mercado. Sin embargo, para el GDF, el INBA sí tiene la custodia sobre los murales porque, por ley, debe cuidar y proteger la obra artística en México del siglo XX.
En 1998 los arrendatarios del mercado se unieron para crear un patronato para restaurar los murales y que se incluyera el sitio en las rutas turísticas del centro histórico capitalino; sin embargo, el proyecto nunca salió adelante.
Mientras tanto las pinturas siguen sufriendo humedades, grietas, la grasa que salta de los puestos de comida del mercado, graffitis y vandalismo. En general el mercado adolece de todos los problemas de seguridad que afectan a los inmuebles de su tipo.
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