jueves, 19 de noviembre de 2009

Refundar la República IV

Ricardo Rocha
Detrás de la Noticia
19 de noviembre de 2009

La habitualmente inspiradora primera plana de EL UNIVERSAL no podía ser más brutal el día de ayer: “Cual si fuera un diagnóstico médico, el país agoniza… y los mexicanos padecen un cuadro agudo de desencanto, enojo, apatía, desconfianza y desesperanza”. ¿Se puede estar peor?

Para colmo, la de ocho —en la misma primera plana— es igualmente catastrófica: “La corrupción en México se dispara”. Y es consecuencia de la debilidad de las instituciones y la carencia de una política de Estado para combatirla. Algunos especialistas establecen que la corrupción no es prioridad en este país, por lo que somos más corruptos que naciones como Guatemala, El Salvador y Colombia; y no se diga Chile y Costa Rica. En el caso de la depresión generalizada los expertos aseguran que “México es como un paciente que se desangra gota a gota”. Y coinciden en que el remedio es uno solo: “O cambia el modelo económico y se replantea el papel del Estado o la situación terminará en un fondo de consecuencias inimaginables”. ¿La quiebra total del país? ¿Un estallido social de violencia generalizada con caracazos incluidos? ¿Un golpe de Estado milico? Qué otra cosa puede haber en el horizonte de seguir como vamos.

Y cuántas otras señales del desastre que viene serán necesarias para que los hombres y mujeres del poder político salgan del vergonzoso y convenenciero estado catatónico en que se encuentran: sin el menor acuse de recibo de la realidad; sin otra percepción que la de los bozales y correas que adornan sus cuellos. Por eso hemos dicho ya —y en este país cualquiera lo sabe— que esa es una batalla perdida. Nuestros políticos tienen un cerebro que apenas les alcanza para hablar del copete de Jimmy Neutron, el chico superpoderoso. Hasta ahí les dan sus neuronas. Por eso, es inútil esperar nada ni de nuestros gobernantes ni de nuestros diputados y senadores.

Y por ello es cada vez más extremadamente urgente un gran esfuerzo de la sociedad civil organizada. El llamado tercer sector: las grandes inteligencias de este país representadas por investigadores, rectores de universidades y directores de centros de análisis; los empresarios de veras más destacados; las organizaciones no gubernamentales de probada permanencia; y algunas de las luminarias de la transformación económica y social que ya se ha probado plenamente en los más diversos países del planeta. ¿Alguien falta? Se escuchan sugerencias.

En cualquier caso se trataría de una representación plural y sin etiquetas. De propiciar una discusión amplia, profunda y sin atavismos sobre los grandes temas nacionales. Si se requiere una agenda inicial ahí está el extraordinario trabajo de reflexión de una veintena de cerebros universitarios titulado: México frente a la crisis: hacia un nuevo curso de desarrollo.

La idea es propiciar la conformación —como ocurre en otros países civilizados— de un heterogéneo pero muy sólido Consejo Económico y Social que a nombre de la mayoría le plante cara a la minoría que nos gobierna y nos representa.

Va por ahí. Pero alguien tiene que empezar. Ya.

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