lunes, 9 de noviembre de 2009

PREMIO ESPURIO

El Semanario, Opinion

Como si se tratara del Nobel de la Paz tropical, Felipe Calderón viajó expresamente a la capital del exilio cubano para recibir un mediocre premio de parte de una revista marginal. El presidente de la guerra al narcotráfico y de la peor crisis económica de la historia, debe estar muy necesitado de reconocimiento internacional cuando abre un paréntesis en su agitada agenda para ir a aceptar personalmente el Premio Líder del Año que le entregó Latin Trade, en una cena de gala el 30 de octubre en Miami.

Los editores de la publicación que leen los empresarios latinos locales dijeron que la selección de Calderón, quien se presentó en el Hotel Four Seasons acompañado de una nutrida comitiva que incluyó a tres secretarios de Estado, al embajador en Washington y a su séquito presidencial de colaboradores Mr. Yes, se debe a su valiente lucha contra el narcotráfico y a su determinación para sacar adelante importantes reformas, como la energética (¿?) y la tributaria.

En entrevista con Latin Trade, publicación en la que sintomáticamente se anuncia el gobierno de México, Calderón elogió su récord en el combate a los cárteles y aseguró que gracias a su estrategia se han confiscado 50,000 armas de fuego y el equivalente a “80 dosis de drogas ilegales” por cada joven de entre 15 y 30 años de edad. No explicó en qué método científico basa mediciones tan precisas, de variables tan volátiles. Dijo que el momento más importante de su vida fue haber ganado la Presidencia en la contienda electoral históricamente más cerrada. A la pregunta de cuál ha sido su mayor reto, respondió que enfrentar al narco, la impunidad, la crisis económica y el virus H1N1. El menú completo.

Los funcionarios que lo acompañaron no sólo fueron a ver y ser vistos, también a garantizar el aplausómetro para el jefe. De acuerdo con la crónica de La Jornada, en su discurso, cuando Calderón afirmó que México está “más fuerte que nunca”, los funcionarios mexicanos –que ocupaban dos mesas– Ernesto Cordero, Arturo Sarukhan, Maximiliano Cortázar y Aitza Aguilar, entre otros, se pusieron de pie para aplaudir, a lo que se sumó el resto de comensales.

En Washington, donde se toman las decisiones que afectan al mundo en general y a México de manera muy particular, pocos se enteraron que en la llamada ciudad mágica Calderón era coronado Líder del Año.

EU, ÚNICO ÁRBITRO
El acuerdo alcanzado entre el gobierno de facto y el depuesto presidente de Honduras, gracias a la presión diplomática de la administración Obama, demuestra dos cosas: primero, EU sigue siendo el único árbitro con el poder político, económico y militar capaz de abordar diferendos en el continente y, segundo, la OEA no sirve para nada.

El pacto es un triste recordatorio de que los gobiernos de Latinoamérica, México incluido, son incapaces de resolver sus propios problemas sin la intervención de EU. “EU sigue siendo la potencia comercial y política dominante en el hemisferio y así será por muchos años”, previó Parag Khanna, autor de El segundo mundo. Bastó la intervención directa de Thomas Shannon, encargado máximo de la diplomacia estadounidense hacia Latinoamérica, para que Roberto Micheletti diera su brazo a torcer y aceptara un plan, que de no venirse abajo, restituirá a Manuel Zelaya en la Presidencia.

Con el interés de zanjar el resentimiento histórico de Latinoamérica, donde EU es tachado de intervencionista y prepotente, Obama pidió a la OEA tomar la delantera. Esto provocó que Hugo Chávez acusara a Obama de “blando” ante el gobierno golpista, aun cuando EU suspendió millones de dólares en ayuda. Sin embargo, para decepción de EU, los intentos de mediación de la OEA sólo sirvieron para demostrar su falta de credibilidad e inoperancia. A su larga lista de intentos fallidos —Cuba, Malvinas, Nicaragua, Panamá y Haití— habrá que sumar Honduras. La OEA merece ser declarada monumento en vida al fracaso del multilateralismo regional.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando dice sobre Calderón "debe estar muy necesitado de reconocimiento internacional", parece inferir que la necesidad de reconocimiento es momentanea, producto de la situación actual. El proceder de Calderón es una constante busqueda de ser reconocido y no de ser efectivo.