1. ¡Cuántas veces los izquierdistas hemos gritado en las calles que el pueblo está con nosotros y la realidad es que no es así! En nuestros programas y en nuestros pensamientos están los trabajadores; siempre representamos sus intereses históricos e inmediatos, pero su pensamiento mediatizado o enajenado está con los burgueses que lo han manipulado durante siglos.
Se dan cuenta de su realidad en las luchas sociales, en sus batallas de clase social, pero en la familia y en los comicios actúan como individuos al servicio de las clases dominantes. En las votaciones actúan como individuos aislados y solitarios, con miedo a ser castigados. Por eso llegarían a votar por un Estado policía.
2. La radio y la televisión, sobre todo esta última, mantienen a la mayoría de la población en condiciones de profunda enajenación durante más de seis horas del día. Con programas hábilmente planeados, dirigidos a la creación de valores de consumo de mercancías a partir de repetir una y mil veces qué es lo bueno, lo bonito y elegante, parecen crear ilusiones y necesidades a la gente para que no se queden sin consumir. Por ese camino van modelando a radioescuchas y televidentes a una forma de pensar y actuar que al pasar los años se convierte en “la cultura”. Con esa manipulación al pueblo por los medios informativos se llega a la dependencia.
3. Aunque algunos pequeños sectores de izquierda y seres pensantes no se dejen manipular fácilmente, el 90 por ciento de la población que frecuenta esos aparatos al servicio de la ideología dominante, se mueve al ritmo de los mensajes de la radio y la TV. En los movimientos sociales les mentamos la madre a esos medios o por lo menos nos burlamos de ellos, pero basta con preguntar la opinión de una persona en la calle para darnos cuenta de que repiten lo que escucharon o vieron horas antes en los medios informativos. Por eso se ha dicho que los maestros (o los opinadores) sólo son correas de transmisión de la ideología de la clase dominante.
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